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DISCURSO PRESIDENCIAL ANTE LA ONU: NINGÚN LOGRO QUE REPORTAR

Luis Arnoldo Colato Hernández
Educador

Hace solo unos días el mandatario salvadoreño tuvo su turno de dirigirse a la asamblea general de la ONU, con el informe anual de su gestión.

Desarrolló un grandilocuente discurso en el que destacó haber acabado con las pandillas, alcanzado cotas sin precedentes de desarrollo entre la población, mejorado la economía, desarrollado una mejor infraestructura que la de sus pares regionales, etcétera.

Sin embargo, apenas quedó en el hemiciclo de la ONU quienes escucharon, además de la seguridad, los medios que cubrían el evento, y, unos cuantos miembros de las delegaciones asistentes, docenas apenas, sin ningún embajador presente.

Lejos está la asistencia que abarrotó la gran sala en su primera intervención, cuando sorprendió con aquel incendiario discurso que propuso la desarticulación de la ONU, pues según argumento “…esta ya agotada y no responde a los intereses de la humanidad…”.

Cuatro años después y ya de salida, no solo no genera ninguna expectativa entre las misiones diplomáticas, tampoco su discurso tuvo propuestas provocadoras, que nunca concretara.

Y es que más allá del vacío discurso intrascendente por la ausencia de veracidad, o que la magia acabara al descubrir al demagogo narcisista y vacuo que no enfrento ningún dilema moral al atropellar la institucionalidad, degradándola, saqueo al país, aplicó un auto golpe de estado, violento la Constitución, vejo a la población, profundizó la impunidad, añadió más privilegios a las élites, vació las arcas públicas y promovió el asesinato de ciudadanos bajo custodia, acabando así con la poca credibilidad del estado salvadoreño.

Y es que, si bien es cierto que se han reducido los crímenes, no es cierto que haya seguridad, pues desapariciones y asesinatos continúan, como un desmedido aumento del coste de vida, una sensible baja del nivel de vida, retroceso en todos los medidores de desarrollo, reducción exponencial de empleos, en consecuencia, con la tácita ausencia de políticas laborales.

Somos, de acuerdo a la banca multilateral, el país que menos crecerá en Latinoamérica por la ausencia de políticas financieras, apreciado con crudeza en el millón y medio de salvadoreños que han de nuevo caído en la pobreza en esta sola gestión, careciendo de seguridad alimentaria, lo que a su vez se refleja en la sensible baja y abandono escolar.

Tampoco hemos desarrollado la infraestructura que describe la narrativa oficial, que solo existe en esa narrativa oficial.

Minutos antes del discurso del ejecutivo salvadoreño, rindió su informe el presidente colombiano, don Gustavo Petro, quién de acuerdo a los opinólogos reflejó una objetiva medición de sus logros y desafíos, sin adornos ni edulcorantes, lo que dejara entre los embajadores presentes, aproximadamente dos terceras partes, una sensación de aprobación por lo transparente del mismo.

Los medios sensacionalistas de nuestro país presentaron el discurso del presidente Petro, como uno sin sabor, cuando en realidad sucedió al revés, y fuera la anunciada presentación del salvadoreño, la que vació la gran sala.

Es probable que el oficialismo aún suscite admiración, pero ciertamente se acabó la credulidad.

Porque la mentira tiene patas cortas, imponiéndose eventualmente la verdad.

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