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Cuba: fusión dulcísima y consoladora de amores y esperanzas

Autor: Oscar Sánchez Serra | [email protected]

Nos tiraron a matar y estamos vivos, dijo el presidente cubano Miguel Díaz-Canel Bermúdez el pasado 21 de diciembre, y Cuba ha hecho de ella la frase del año. Pero, ¿por qué no nos entraron las balas?, ¿acaso no eran de poderoso calibre?

Claro que se trata del mayor poder de fuego de una bestia, que enloquece de impotencia. El imperio que aprieta el gatillo fracasa -una vez más- ante un blindaje que conoce, pero que no acaba de comprender. Y es que la unidad es atributo de las revoluciones, que como la cubana, son verdaderas. La frase es también de continuidad, porque el que dispara lleva más de 60 años tirándole a un pueblo que ha mojado toda su agresiva pólvora.

José Martí nos legó que «Patria es comunidad de intereses, unidad de tradiciones, unidad de fines, fusión dulcísima y consoladora de amores y esperanzas». Son esos anhelos la razón de ser de cada esfuerzo de esa fusión martiana entre pueblo y Gobierno, entre pueblo y Partido.

Y ¿por qué nos tiran a matar?

Porque este pueblo ha sabido cumplir con Fidel -cuando ya desde 1991- dijo: «Los tiempos que se avecinan son más duros, por lo que hay que acompañar a la generación histórica dirigiendo este combate, pues mañana cuando no estén con nosotros, la patria que vamos a dejar tiene que ser sólida, sin desorden, sin indisciplinas, sin corrupción. ¡Ese es el reto!».

Y ¿por qué estamos vivos?

Por lo que expresó, con la certeza de un jefe curtido en el combate, y con el ejemplo intachable de revolucionario, el primer secretario del Comité Central del Partido, justamente en el primer día del año que acabamos de despedir: «Aquellos jóvenes que tuvimos entonces el privilegio de combatir bajo el mando de Fidel, hace más de 65 años, desde el Moncada, el Granma, el Ejército Rebelde, la lucha clandestina, Girón, el enfrentamiento a las bandas contrarrevolucionarias, las misiones internacionalistas y hasta el presente, junto al heroico pueblo cubano nos sentimos profundamente satisfechos, felices y confiados al ver, con nuestros propios ojos, cómo las nuevas generaciones asumen la misión de proseguir la construcción del socialismo, única garantía de la independencia y la soberanía nacional».

Por eso la frase del presidente encierra esa otra máxima de que Cuba va de victoria en victoria, porque al que aprieta el gatillo no hay tiro que no le salga por la culata. Se revuelve la bestia en su fatuo y estéril poderío, pues apostó a matar cuando no estuviera el líder, cuando no estuviera al frente la generación histórica. Qué ilusos, tampoco han entendido que el jefe no se ha ido, que esa estirpe que nos llegó como una sola causa desde el 10 de octubre de 1868 hasta hoy, sigue presidiendo a este pueblo. Y esa, la continuidad de una de las obras más humanas que se hayan visto,  es una gran victoria de Fidel y de Raúl.

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