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Julio César Molina, sacerdote de la Parroquia Sagrado Corazón de Jesús, San Luis Mariona, Municipio de Mejicanos, ofreció la Santa Eucaristía Dominical en la cripta de Catedral Metropolitana. Foto Diario Co Latino/Jorge Rivera.

“Cuando el pueblo está alerta y despierto no hay quien lo doblegue”: padre Julio Molina

Rosmeri Alfaro
@RosmeriAlfaro

Para el padre Julio César Molina, de la parroquia de San Luis Mariona, “pese a los cambios y las alegrías históricas que a veces hay, el pueblo debe estar siempre despierto y atento a demandar la justicia necesaria”.

El religioso fue el encargado de “encarnar el evangelio como lo hacía el Beato Oscar Arnulfo Romero en cada una de sus homilías y dar un mensaje de esperanza al pueblo, de animarlo en sus luchas para seguir transformando El Salvador”, en la misa desarrollada como cada domingo en la cripta de Catedral Metropolitana.

“El evangelio llama a tener una actitud de que la lucha no termina. Cuando el pueblo está alerta y despierto no hay quien lo doblegue y puede transformar su realidad”, dijo.

Según el padre Molina, hay juegos de intereses políticos y económicos entre las élites las cuales juegan la esperanza de la transformación, élites que juegan con el pueblo y su dolor.

Ante los problemas que enfrenta la ciudadanía salvadoreña sobre todo por falta de acuerdo entre los partidos políticos, Molina indicó que la actitud del pueblo salvadoreño debe ser de uno que está despierto y no dormido.

“El camino de la transformación es que el pueblo no se duerma en los laureles, no debe ser así, debe estar atento porque el verdadero sentimiento de lucha y transformación está en el pueblo que sufre, cuando es capaz de concienciarse y de desalienarse y seguir la lucha que no termina”, señaló.

El llamado de Monseñor Romero hubiera sido el de siempre, el de apegarse a la doctrina del pueblo consciente, incluso cuando las leyes no son las que benefician a la gente, que son como las serpientes que solo pican a los que andan descalzos, leyes que están a favor de los grandes poderes, los que realmente mandan en el país.

El llamado del misionero fue el mismo que el del beato, de acompañamiento a las comunidades organizadas, a las asociaciones del pueblo que siempre están pendientes de velar por los intereses de las mayorías populares.

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