Saúl Méndez
Colaborador
Este 20 de julio, la Comunidad de la Cripta de la Catedral Metropolitana conmemoró el XVI domingo del Tiempo Ordinario con una liturgia en la que se recordó la homilía pronunciada por Monseñor Óscar Arnulfo Romero el 17 de julio de 1977. La celebración fue presidida por el padre José Antonio Cruz, quien reflexionó sobre los pasajes bíblicos de Génesis 18, 1-10a; Colosenses 1, 24-28; y Lucas 10, 38-42.
En su homilía, Monseñor Romero reflexionó sobre el pasaje evangélico de Marta y María, donde se destacan las actitudes de ambas como símbolo de la vida cristiana.
«Yo quisiera que de aquí saliéramos llevándonos la imagen de esas dos mujeres que caracterizan a la Iglesia: Marta y María. No dejemos de trabajar. Intensifiquemos nuestro ir y venir como Marta; pero cuidado si nos olvidamos de lo único necesario que ha comprendido María: que en el corazón haya una fuerza que une toda nuestra actividad y que descubre la razón de ser de todo lo que hacemos: Dios, Cristo, la dignidad humana», expresó Romero en su histórica homilía.
En el XVI domingo del Tiempo Ordinario, la Comunidad de la Cripta de la Catedral Metropolitana celebró la liturgia eucarística con una procesión de ofrendas cargada de simbolismo y reflexión.
Como primer signo, se presentó la Santa Biblia, en alusión al pasaje evangélico donde Marta reclama a Jesús porque María prefiere escuchar la palabra de Dios en lugar de ayudarla con los quehaceres. «Presentamos la Santa Biblia, simbolizando que quien elige escuchar y hacer vida la palabra del Señor, nunca es defraudado, porque es la mejor parte que nos corresponde hacer en la vida», expresó el padre José Antonio Cruz.
También se ofreció una imagen de Monseñor Óscar Arnulfo Romero, como símbolo de su compromiso con el Evangelio y su cercanía al sufrimiento del pueblo. «San Pablo dice alegrarse al sufrir por su gente, lo que falta a la Pasión de Cristo en él; y para bien de la Iglesia. Así también Monseñor Romero sintió alegría al predicar el Evangelio y anunciarnos la salvación», explicó el sacerdote.
Otro de los signos presentados fue una kefia, símbolo del pueblo palestino, como muestra de solidaridad ante la violencia y el sufrimiento que enfrenta. «Imploramos a Dios que ya cese la guerra propiciada por no gratos e injustos gobernantes que hacen el mal sin compasión a este pueblo hermano», añadió el padre Cruz.
Como parte central de la liturgia, se ofrecieron el pan y el vino, signos de la redención y la presencia viva de Cristo en la Eucaristía. En esta misma línea, se presentó una canasta con víveres, representando el compromiso solidario de la comunidad con las familias que enfrentan necesidades básicas. «Jesús no rechaza a Marta en su afán de servicio desde lo material, pues sabe que también es importante. Así, nuestra comunidad, como Marta, se interesa por servir a los más necesitados», se reflexionó durante la ceremonia.
La celebración concluyó con un llamado a vivir el misterio eucarístico como signo de redención. «Monseñor Romero nos recuerda que Cristo ha traído la redención al mundo y que, por el misterio eucarístico, se encuentra entre nosotros», finalizó el padre Cruz.
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