Por David Alfaro
11/06/2025
Se hace cada vez más fuerte el rumor de que Nayib Bukele ha entregado a la administración de Donald Trump una lista completa de salvadoreños radicados en Estados Unidos, tanto en situación legal como irregular, inscritos en el padrón electoral del Tribunal Supremo Electoral (TSE). Esta acción, de confirmarse, representaría una traición directa a una de las comunidades más importantes y sacrificadas en EEUU: la diáspora salvadoreña.
Los rumores apuntan a que esta información sería utilizada por Trump para facilitar deportaciones masivas de salvadoreños, incluso de aquellos que hasta ahora han permanecido con relativa estabilidad bajo figuras como el TPS (Estatus de Protección Temporal) o DACA. La entrega de estos datos no solo violaría principios básicos de confidencialidad, sino que pondría en peligro inmediato a miles de personas que huyeron de la violencia o la miseria económica, buscando refugio y oportunidades en el norte.
Lo más grave de este movimiento no es solo la implicación en políticas xenófobas y anti inmigrantes, sino el servilismo sin límites de Bukele con Trump, a quien busca agradar a cambio de respaldo político o silencio diplomático ante su deriva autoritaria en El Salvador.
La comunidad salvadoreña en el exterior —que envía más de 8 mil millones de dólares anuales en remesas— ha sido históricamente despreciada por los gobiernos de turno, pero nunca antes se había enfrentado a una amenaza tan directa desde su propio país de origen. Si Bukele ha vendido los datos de estos compatriotas a una administración que abiertamente los considera “indeseables”, no estamos ante una simple traición, sino ante una violación escandalosa de los principios de soberanía, dignidad nacional y derechos humanos.
¿Es esta la libertad de la que tanto presume Bukele? ¿La misma que se paga con la expulsión, el miedo y la entrega de salvadoreños a gobiernos extranjeros con intereses contrarios a los de nuestra gente?
Los salvadoreños merecen respuestas. Y sobre todo, merecen respeto.