Redacción Nacionales
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La Asamblea Feminista organizó una jornada de solidaridad con la Flotilla Global Sumud (FGS), una misión de la sociedad civil que pasó el último mes navegando por el mar Mediterráneo, con el objetivo de romper el bloqueo israelí de la franja de Gaza y entregar ayuda humanitaria, pero entre el 2 y el 3 de octubre los 42 barcos fueron interceptados por Israel en aguas internacionales y los 462 voluntarios fueron arrestados y conducidas a Israel.
En la Flotilla Sumud navega la solidaridad feminista, la apuesta por la vida y la oposición a los modos de explotación y despojo que construyen riqueza sobre la destrucción de los cuerpos y la vida.
“Como feministas, alzamos la voz por Palestina con la misma convicción que lo hacemos por nuestros espacios y nuestras vidas, reconocemos que la liberación de Palestina y la nuestra son una sola. En la impunidad de Israel en este genocidio, vemos su complicidad con las represiones latinoamericanas del pasado y el presente, en la lucha por la supervivencia del pueblo palestino, vemos ecos de nuestra propia defensa de una vida digna”, destacó.
Ingrid Escobar, directora del Socorro Jurídico Humanitario (SJH), manifestó que la libertad de Palestina no es una postura ideológica, es una afirmación ética, es mirar a las mujeres que, bajo bombardeos, siguen criando, enseñando, curando y resistiendo, es entender que los derechos humanos no son propiedad de occidente, sino una promesa universal la cual se traiciona cada vez que se justifica el exterminio en nombre de la seguridad y de Dios.
“A mí me conmueve lo que pasa en Palestina y pido un alto al genocidio, soy mujer y aunque mi vida está marcada por luchas muy complejas en procesos históricos como una guerra civil o una dictadura en la actualidad, también reconozco que he accedido a derechos que muchas mujeres palestinas no pueden ejercer, como libertad de movimiento, expresión, educación, protección jurídica internacional”, sostuvo.
Consideró que los valores occidentales como la libertad, igualdad, dignidad no se imponen con drones ni con bloqueos, se cultivan con tiempo, educación y respeto a la autodeterminación; la ocupación no educa, humilla; el genocidio no civiliza, destruye, y ninguna democracia puede florecer sobre los escombros de hospitales, escuelas, hogares ni sobre los cuerpos de criaturas que estaban indefensas y que no debían nada.

“No es culpa mía estar en un contexto menos asfixiante, pero sí sería mi responsabilidad si, desde ese privilegio, guardara silencio ante el sufrimiento de otras y otros, mi apoyo a Palestina nace de una convicción: que la justicia no puede ser selectiva, que la empatía no debe tener fronteras, y que ser mujer en libertad me obliga a luchar por las que aún no pueden elegir ni siquiera donde dormir sin miedo”, reiteró Escobar.
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