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Antonio Gamero: “bajo el temblor de Dios…”

RENÁN ALCIDES ORELLANA

Escritor y Poeta

Corrían los años intermedios de la década 1940. En la cintura de mi primaria, clinic en mi natal Villa El Rosario, pills al norte de Morazán, sales yo esperaba la llegada del periódico El Diario de Hoy para leer, con asombro literario y jocosa admiración, la columna periodística “Componiendo al Mundo”, por Goyito Componedor. Y, a mis escasos años, surgía la interrogante obligada: ¿quién será este personaje que cuestiona y deleita con tanto humor? Como aspiración satisfecha, un día le conocí…

Le traté breve y tangencialmente, al principio. Un día caminaba yo hacia el periódico “Tribuna Libre” donde laboraba y de pronto me vi frente al poeta, semblante grave con síntomas de desvelo y vistiendo con descuido. “Poeta tierno… compártele algo al poeta viejo…”, me dijo con tono suave y amable. A cambio, me entregó un  periódico que traía consigo y, segundos después, cruzó la calle y, en la acera opuesta, entró al bar Atlacatl. Por curiosidad abrí el periódico, era una edición sabatina de “Tribuna Libre” y ahí encontré la razón del calificativo tierno, que el poeta Gamero me había dado. No era simple cumplido para obtener algo: en la página literaria estaban mi nombre y algunos de mis poemas, en una presentación que sobre mis incipientes trabajos, había hecho el poeta José Roberto Cea. Seguí viendo a Gamero, pero ocasionalmente…

José Antonio Mulato Gamero (Antonio Gamero o Goyito Componedor o el Poeta Salvaje), nació en San José Villanueva, departamento de La Libertad, el 19 de marzo de 1917 y murió en San Salvador, el 20 de octubre de 1974. Poeta y periodista de punzante palabra, fue mimbro del Grupo SEIS (Grupo Social en Ideas Superiores), fundado en 1942. En ese grupo compartió afanes literarios con Oswaldo Escobar Velado, Cristóbal Humberto Ibarra, Alfonso Morales, Matilde Elena López, Ricardo Trigueros de León, Manuel Alonso Rodríguez, Tránsito Huezo Córdova, Pilar Bolaños y otros…

Gamero laboró en varios medios impresos de San Salvador. Fue colaborador de Opinión Estudiantil, órgano informativo de la Asociación General de Estudiantes Universitarios Salvadoreños (AGEUS); y la Revista Síntesis (1954-1958), entre otros medios alternativos. Con el pseudónimo “Poeta Salvaje” publicó algunos trabajos literarios y, entre 1940 y 1941, promovió el haikú, un estilo breve de poesía atribuido a los japoneses. También, bajo el pseudónimo Goyito Componedor, mantuvo durante varios años, en El Diario de Hoy, la columna periodística en verso “Componiendo al mundo”, una sátira jocoso-punzante ilustrada con la figura de un hombrecillo con bastón, sombrero y levita. Por su actitud crítica, generó polémica con otros intelectuales de su generación.

De mucho impacto fue la aparición de su primer libro titulado TNT (San Salvador, 1943), porque provocó escándalo con poemas fuertes, que rompían con la poesía tradicional de la época. El libro le dio fama, pero también tuvo detractores, especialmente gente de la llamada alta sociedad, que hasta llegó calificar al poeta Gamero de irreverente. Durante las décadas 1940-1950 laboró en distintos medios impresos, como corrector de pruebas, reportero y redactor, mientras publicaba, esporádicamente, su producción poética en los pocos suplementos literarios que existían, especialmente en el semanario El Magazine.

Como poeta, Antonio Gamero reía cuando se le calificaba primero de intelectual derechista y luego de tendencia izquierdista, de la que, en el fondo, sí lo era realmente. “Soy poeta, nada más”, le oí decir airado cierta vez, en una rueda de amigos. Entre otros trabajos en el área oficial, fue colaborador de Prensa de la Presidencia de la República (1945-1948); redactor del periódico “El Nacional” (1945); colaborador en el Departamento de Prensa y Publicidad del Ministerio de Defensa, durante varios períodos; y director del Boletín Postal, órgano oficial de difusión de la Dirección General de Correos (1951).

Otro impacto literario del poeta Gamero, fue la aparición de su libro “Bajo el temblor de Dios”, publicado en San Salvador en 1950. Poesía también punzante, que rompía con la tradicional manera de expresión, pero comentada favorablemente y aceptada por la crítica. Por aquellos años, en mi natal Villa El Rosario, tuve la oportunidad de conocer ambos libros del poeta (TNT y “Bajo el temblor de Dios”, así como poemas sueltos publicados en algún periódico o revista.  Del segundo libro, me agradó mucho la temática y, sin mucho esfuerzo, memoricé parcialmente algunos poemas, como los siguientes versos que se identifican, en parte, con el título del libro: “Bajo el temblor de Dios palpé desnudas/ mil formas de mujer sin corazón/ bajo el temblor de Dios lloré por ellas/ cuando nadie lloraba por amor…”

Como el anterior, varios de sus poemas lo identificaron como un verdadero poeta, de personalidad rebelde, a través de una poesía de ruptura, forjada con elementos del entorno popular. Recuerdo los títulos de algunos  de sus trabajos: “Elogio a mi propia fealdad” (autorretrato asumiendo con humorismo poético lo que él consideraba  su “fealdad de nacimiento”), “Buscando tu saliva”, “La novia antiortográfica”, “Canciones proletarias”, “Un canto a la ramera” y “Encargo de un nuevo Cristo”, entre muchos otros, que le valieron especiales reconocimientos..

En los últimos años de la década 1960, en mi recorrido por las fuentes noticiosas del Palacio Nacional, de vez en cuando veía al poeta Antonio Gamero, cerca de la entrada principal, y siempre, como aquella primera vez que lo vi cerca del periódico “Tribuna Libre”, después del saludo de rigor, la solicitud de compartir algo con “este poeta viejo”. Ningún reclamo, ningún reproche mío por su “auto descuido”; al contrario, siempre la demostración de aprecio a un verdadero poeta; lamentando, eso sí, que la realidad literaria nuestra de cada día, sea así: tan indolente y despreocupada, que asesina con puñales de indiferencia a los poetas… (RAO).

 

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«Esperanza». Fotografía: Rob Escobar. Portada Suplemento TresMil