Por David Alfaro
Periodistas de la Asociación de Periodistas de El Salvador (APES) se presentaron ante la Fiscalía General de la República para indagar si existían órdenes de captura o procesos judiciales contra periodistas de El Faro. La respuesta institucional fue el silencio: la Fiscalía se negó a proporcionar información.
Paralelamente, periodistas de El Faro, actualmente en el exilio, compraron boletos de avión y registraron su ingreso en la terminal aérea como si fueran a abordar un vuelo de regreso a El Salvador. Sin embargo, en un giro estratégico, no subieron al avión.
Mientras tanto, en el aeropuerto internacional Monseñor Romero, la Policía Nacional Civil desplegaba un operativo de captura dirigido contra ellos. El movimiento sugiere que el régimen estaba informado del itinerario y preparado para una detención inmediata al aterrizar.
Este episodio evidencia dos cosas:
1. El cerco autoritario contra la prensa crítica sigue activo y planificado.
2. Los periodistas, lejos de ingenuos, demostraron capacidad de anticipación y autodefensa frente a una emboscada estatal.
No fue solo un acto de cautela. Fue un mensaje claro: la vigilancia no es unidireccional, y el periodismo en resistencia también sabe jugar inteligentemente.