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2021, año de retrocesos e incertidumbre

Hemos culminado un año más, y contrario a lo que se suele esperar en el año siguiente, mejores perspectivas para los salvadoreños, lo cierto es que el común denominador del año que termina y el que viene es la incertidumbre. Y es que no hay señales para pensar que en algún momento tendremos certidumbre. El Cardenal Gregorio Rosa Chávez no pudo haberlo expresado mejor: “Hay una deuda en el país durante este año con la verdad, la justicia y la esperanza. El pueblo sigue esperando un futuro diferente y sigue luchando cada día, uno lo ve en los mercados, en las calles y el campo”.

Y esa falta de esperanza tiene que ver con los retroceso ocurridos el uno de mayo, cuando tomó posesión la actual Asamblea Legislativa, que lo primero que hizo fue socavar los cimientos del republicanismo en El Salvador y, con ello, darle una gran estocada a la democracia, al destruir el equilibrio de poderes, y darle todo el poder al presidente Nayib Bukele.

El mandatario, con el poder total, hace lo que quiere, “lo que se le ocurre”, dicen otros, y en este sentido se pone como ejemplo la obligatoriedad del uso de la criptomoneda conocida como Bitcoin y, más recientemente, la mayor ocurrencia: la creación de “BitcoinCity”.

El Cardenal Rosa Chávez también lo dice de una forma muy sabia: “Hay un pecado original del 1ro de mayo, que han traído muchos males al país, que ha sido como abrir una “caja de Pandora” y no se ha logrado meter en la caja los malos pronósticos, entonces, seguiremos lamentando las irregularidades, las injusticias, las arbitrariedades, las mentiras y las calumnias”, esta forma sucinta con la que monseñor describe lo que ocurrió a partir del uno de mayo, demuestra que no podemos hablar de un mejor El Salvador para 2022, dado que, lo que seguirá incidiendo en el país es la forma autoritaria del gobierno, persiguiendo a sus oponentes reales y virtuales, y por eso es que decimos que la incertidumbre seguirá ocupándose de El Salvador en 2022.

 Claro, en algunas áreas habrá avances, como en el económico pues independientemente de que esta crezca en 2021, en un 10% como se vanagloria el Gobierno, o el 7.5% como dicen los organismos internacionales, significa que el retroceso económico que se tuvo en 2020 por la pandemia de COVID-19, debido al cierre del 80% de la actividad productiva por espacio de seis meses, con la apertura, el sector empresarial ha comenzado a impulsar la economía.

Pero, por supuesto, los usufructos de ese impulso económico no es el pueblo, no es la clase trabajadora. De hecho, en un impulso populista, el presidente ordenó un incremento al salario mínimo, y como respuesta fue despidos de trabajadores y alza en los precios de los productos. En los lugares donde despidieron trabajadores, las labores de estos se las agregaron a los que tenían la dicha de mantener el trabajo.

Seguramente el Gobierno se verá favorecido, también, por el tema de impuestos, sin embargo, las señales del fisco son contrarias, pues siguen en la lógica de mayores ingresos por la vía de los empréstitos. En solo seis meses, en el presente año, este gobierno ha aprobado siete mil millones de dólares en deuda. En dos años y medio de gobierno ha contratado once mil millones de dólares en deuda. Este dato, sin lugar a duda, por lo menos a los economistas le provoca un ruido de incertidumbre.

Pero la mayor incertidumbre la han generado los retrocesos en la institucionalidad del país, como hemos dicho antes. Por un lado, al anular todos los controles, el equilibrio del país, al despedir, violentando los procesos de ley, incluida la Constitución, a los magistrados de la Sala de lo Constitucional, al Fiscal general y luego a un tercio de jueces y magistrados por el simple hecho de tener más de 60 años o haber laborado por 30 años en el órgano de justicia. Tras estos despidos, el Gobierno se hace de sus propios jueces.

Lo mismo ha ocurrido con la Fiscalía General de la República, porque ha sido reelecto una persona que está dispuesta ha hacer de la justicia a la imagen y los deseos del presidente de la República. Esto, por cierto, salió de la propia boca del presidente Bukele, cuando en una cadena de radio y televisión dijo que debería tener un funcionario “de su confianza”.

Esa confianza ha permitido que en el país haya presos políticos. Cuatro son exfuncionarios del FMLN y uno de la derecha, quien, de acuerdo con organismos internacionales, ha sido torturado psicológicamente. Nos atrevemos a sospechar que los exfuncionarios del FMLN, presos también, fueron torturados psicológicamente, cuando los tuvieron incomunicados.

Y dado que no vemos que haya señales de recuperación institucional, sino todo lo contrario, creemos que 2022 será otro año de incertidumbre, y, por tanto, de desesperanza.

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