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ZONA DE CRUELDAD

POR: JOSÉ GUILLERMO MÁRTIR HIDALGO

Daniel Cuevas y Alejandro Granados son estudiantes de psicología y ciencias políticas en la universidad javeriana de Bogotá, Colombia.  En su artículo “La Crueldad como Fenómeno Humano” sostienen que, la crueldad es una forma de comportamiento agresivo que implica la destrucción del otro, la humillación, la persecución, los actos de tortura, etc. (https://revistadepsicologiagepu.es.tl/La-Crueldad-como-Fen%F3meno-Doblemente-Humano.htm) Estos comportamientos individuales o colectivos, se encuentran en la historia de la humanidad. Señalan que la condiciones sociales permiten, configuran y tipifican el comportamiento destructor.

Las conductas agresivas son genéticas, heredadas y codificadas en pro de una función adaptativa. Edward Wilson, biólogo estadounidense, describe siete formas de la agresión: territorial, de dominación, sexual, disciplinaria, moralizadora, depredadora y anti depredadora. Entonces, la agresión se expresa de distintas maneras y tiene distintas finalidades adaptativas. Su causas próximas son, contingencias ambientales externas y ajustes internos, durante el aprendizaje y el cambio endócrino mediados por la experiencia, el desarrollo y el aprendizaje. Para el etólogo austriaco, Konrad Lorenz, el ánimo de la agresión no es el exterminio de los congéneres. Por tanto, la crueldad humana estaría a fuera de las principales categorías de la agresividad animal.

Para Cuevas y Granado, el mecanismo psicosocial que activa o inhibe el comportamiento cruel se encuentra en el corpus teórico psicoanalítico de Sigmund Freud. Al instinto que tiende a conservar la sustancia viva (Eros), debe existir otro antagónico que procura disolver esa unidad (Thanatos). Según Freud el Hombre presenta una inclinación innata hacía lo malo, a la destrucción y a la crueldad. El sadismo es una amalgama entre sexualidad y agresividad dirigida hacia afuera. En el masoquismo, la destrucción se dirige hacia adentro. Pero, aun en la más ciega furia destructiva, su satisfacción se acompaña de un extraordinario placer narcisista.

La cultura apela a la elaboración de la problemática edípica, donde la agresión es introyectada y dirigida contra el propio Yo incorporándose a este en calidad de Superyó, asumiendo la función de “conciencia” moral. Así, la cultura domina la peligrosa inclinación del individuo. Es decir, en la historia evolutiva del individuo, se desarrollan “poderes limitadores del instinto sexual” como el pudor, la repugnancia, la compasión y las construcciones sociales de la moral y la autoridad. Estos poderes limitadores o diques del instinto sexual, deberían funcionar como inhibidores de los actos crueles.

La crueldad producirá altos niveles de excitación sexual, su descarga esta mediada por el aflojamiento o inadecuada formación de los mecanismos psico culturales de contención. Algunas relaciones interpersonales y de autoridad dentro de un grupo, conllevan a la distensión y dilución de los diques de contención. Condiciones de excepción, ambigüedad, fluctuaciones de autoridades, suspensión de la ley y la norma, son condiciones propicias para la transgresión de las restricciones. La configuración adecuada de los mecanismos psico culturales de contención, están comprometidos en sociedades donde predomina el castigo físico y psicológico, donde hay exposición a contextos de violencia y angustia y los valores culturales, celebran la violencia y el machismo.

EN TODO ESTADO HAY ZONAS DE CRUELDAD

La filósofa argentina Verónica Gago sostiene que la crueldad es la clave del racismo fundacional del Estado-Nación argentino. Afirma que en todo Estado, hay “Zonas” de crueldad donde la violaciones a los derechos humanos son frecuentes. En Argentina, la crueldad salía a la superficie en una sociedad europeizada y profundamente racista que materializo el genocidio de los pueblos originarios (https://www.eldiplo.org/300-milei-y-la-politica-de-la-crueldad/la-crueldad-como-politica-de-estado/).

Que hoy se reivindique la “Campaña del Desierto”, campaña militar argentina liderada por el general Julio Argentino Roca, para conquistar y someter a los pueblos indígenas que habitaban la Pampa y la Patagonia en el último cuarto del siglo diecinueve, no es simplemente un anacronismo, sino, la reivindicación del saqueo como lógica política. Hoy esta lógica se expresa en proyectos que otorgan grandes concesiones a empresas extranjeras y anula cualquier posibilidad de regulación ambiental.

La política de la crueldad caracteriza al gobierno de Javier Milei. Esta marcaría el fin de las medicaciones políticas. Apuesta a gobernar sin gobernar. El carácter colonial de la política de Milei busca convertir el país en una “zona de sacrificio” para la extracción de ganancias. Sin considerar límites ambientales ni sociales al crecimiento y sin imponer desde el Estado condiciones mínimas de regulación. La ultraderecha capitaliza y fomenta una introyección de la crueldad. Su efecto es, la auto salvación frente a la precariedad e inseguridad generalizada. Provocando la violencia horizontal entre los afectados.

El editorial de la Universidad Centroamericana “José Simeón Cañas” del treinta y uno de enero de dos mil veintidós sostenía que, en El Salvador, los principios constitucionales, las convenciones y los tratados internacionales que prohíben el trato inhumano son papel mojado (https://noticias.uca.edu.sv/editoriales/la-crueldad-como-politica-de-estado). La policía exhibe de manera humillante a las personas que captura, la presunción de inocencia se convierte en presunción de culpabilidad y la prisión preventiva funciona como rutina y castigo a aquellos alejados de quienes tienen autoridad o cargos públicos. A esto se suma una legislación rigorista, imposición de castigos generales en las prisiones y proyectos controladores y amenazantes de la libertad ciudadana.

Para el politólogo salvadoreño Álvaro Bermúdez, el régimen salvadoreño hace gala de crueldad a través del Régimen de Excepción (https://www.laprensagrafica.com/opinion/La-crueldad-como-Politica-Publica-20220513-0071.html). Durante los primeros días del Estado de Excepción, redes sociales vinculadas a instituciones y a funcionarios del Estado, así como simpatizantes de presidente, con morbo y saña, mostraban el trato denigrante que agentes del Estado brindaban a internos de prisiones y a personas capturadas bajo sospechas de pertenecer a pandillas. Este gozo enfermizo es notable en el presidente y sus seguidores.

Nos encontramos, dice Bermúdez, ante un líder autoritario y un mandatario sádico, que se goza en la capacidad de dominar y controlar al otro utilizando el sufrimiento como medio para tal fin.

EL INFORME DE LA COMISIÓN INTERAMERICANA DE DERECHOS HUMANOS

En el mes de septiembre de dos mil veinticuatro, la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, publica un informe sobre el Estado de Excepción y los derechos humanos en El Salvador (https://www.oas.org/es/cidh/jsForm/?File=/es/cidh/prensa/comunicados/2024/207.asp). El informe analiza el decreto legislativo número tres cientos treinta y tres, del veintisiete de marzo de dos mil veintidós y sus sucesivas prórrogas.

Más de setenta y tres mil personas fueron detenidas y a la mayoría se le impuso la prisión preventiva. La comisión conoció denuncias de violaciones a los derechos humanos y detenciones ilegales y arbitrarias, allanamientos ilegales de moradas, abuso del uso de la fuerza y violaciones a los derechos de niñas, niños y adolescentes. Aborda los desafíos específicos de acceso a la justicia frente a las detenciones realizadas. A esta situación se suma el agravamiento de la precaria situación de las personas privadas de libertad.

La comisión da cuenta de la posible muerte de más de dos cientas persona privadas de libertad. Y las falencias en las investigaciones de estos casos, sobre los procedimientos de notificación a los familiares y el manejo de los cuerpos. La comisión aborda las afectaciones a las familias de las personas detenidas.

La comisión analiza las restricciones al derecho de acceso a la información, el aumento de reservas de información pública, la ausencia de información disponible y la negativa de acceso frente a solicitudes de información.

La comisión toma nota de los índices de mejora en la seguridad ciudadana. Lo que demuestra que la situación de emergencia ya fue superada y no existe justificación para mantener la suspensión de los derechos y garantías. Por lo que hace un llamado al Estado Salvadoreño a restablecer los derechos suspendidos. La comisión destaca la obligación del Estado de investigar los delitos que consisten en violaciones a los derechos humanos, buscando la verdad sobre lo sucedido, así como juzgar y sancionar a los responsables.

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