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Y Leningrado es otra vez San Petesburgo

Y LENINGRADO ES OTRA VEZ SAN PETERSBURGO

(Por: Mario Avalos)

 

Como ya es una costumbre desde hace muchos años atrás, siempre escucho un poco de música antes de quedarme dormido. Anoche mientras me acosté en mi cama, puse mi reproductor de música y ya casi listo para dormir, sonó una canción que tenía un tiempo sin escuchar. Sonó “Leningrado” de Joaquín Sabina, una de mis canciones favoritas por varios motivos: una balada muy al estilo musical de la última etapa de The Beatles, una buena historia de un romance pasajero y de fondo a la gran Unión Soviética. Desde niño y hasta el día de hoy, sigo fascinado por el gran imperio socialista del siglo XX. Recordé que en esta semana de noviembre (octubre en el antiguo calendario juliano), es otro aniversario más del triunfo de la Revolución Bolchevique que se dio en 1917.

Cuando tenía 8 años, en el salón de tercer grado en el que recibía clases, había en la pared un mapamundi muy bonito y grande, antiguo, pero bien cuidado. Varios compañeros nos entreteníamos buscando países y comenzaría mi afición a la geografía. Muchos se burlaban de nuestro país que apenas y aparecía en el mapamundi y lo comparaban con el más grande que habían visto, según ellos Canadá. Pero yo había divisado en el mapa una gran región que se encontraba en Asia con un nombre raro, tenía unas siglas y solo memoricé la “u” y la “s” del nombre. Asumí que era un territorio inhabitable, un desierto o una extensión de Estados Unidos por las siglas en su nombre. El mapa sería removido al final del año escolar.

Tres años después, ya en sexto grado, con un nuevo profesor muy inteligente y amable quien tenía una marcada ideología de izquierda. Comenzó a hablar sobre historia de nuestro país y por qué teníamos un territorio tan pequeño. Fue cuando un compañero le preguntó cuál era el país más grande del mundo, el profesor respondió que Rusia. “¿Rusia?” —exclamé sorprendido. —Sí —dijo de forma amistosa el profesor —, y eso que antes era más grande aún. Fue una sorpresa para mí y pensé rápidamente en aquel extenso territorio del antiguo mapamundi. Yo un compañero, nos quedamos a hablar con el profesor en el recreo interesados por saber más y le pregunté si Rusia era un gran territorio que estaba en Asia, pero que quizás estaba equivocado porque Rusia es un país europeo (recién había visto la Eurocopa de 2008, en donde Rusia jugó muy bien contra Países Bajos y llegó a semifinales). Aclaró que el territorio ruso comienza en Europa y se extiende hasta Asia. Mencionó que antes era aún más grande, pues llegó a ser la sexta parte del territorio mundial cuando fue la Unión Soviética o URSS, allí fue cuando recordé las siglas de ese territorio. Al llegar a casa, miré un mapamundi actual (luego de mucho tiempo) y lo confirmé, Rusia era el país más grande del mundo y era el territorio que yo había visto en aquel mapa.

En noveno grado, regresaba a la escuela después de pasar una grave enfermedad que afectó mi metabolismo y mi estado físico. Debía ponerme al día con los exámenes que tenía pendientes, recuerdo que, para uno de Estudios Sociales, no pude estudiar por dedicarme al de Ciencias. Necesitaba sacar mínimo 9 de nota para equilibrar mis notas pendientes, el examen vino en gran parte sobre el tema de la Revolución Rusa que era el tema que estaban viendo, me saqué 9.50 de nota.

No tardé mucho en interesarme en la historia de aquel país y en su evolución, tanto histórica como geográfica: La Rus de Kiev, Iván el Terrible, Catalina la grande, los zares y la dinastía Romano, Rasputín y el zarévich, Lenin, los bolcheviques, Stalin, Nikita Kruschev el telón de acero, la guerra fría, Chernóbil, Gorbachov, la Perestroika, Yeltsin, la CEI, Putin. Todo eso se me fue grabando en la mente a parte de ese momento. Llegué a ver varios documentales sobre la URSS y leer varios libros también. Supe del gran mito de Hollywood en el que pintan a Estados Unidos como el “salvador” del mundo en la Segunda Guerra cuando fue el Ejército Rojo quien le atestó la mayor derrota al ejército Nazi en aquel invierno de 1942 en el territorio del Gran Rojo. Comencé a leer sobre marxismo y todo lo relacionado al socialismo que al pasar el tiempo, vi que era un tema “tabú” porque se relacionaba mucho con la política. Las opiniones sobre la URSS eran divididas, pero yo no dejaba de pensar en cómo sería vivir al otro lado del “telón de acero” y pasear por el Parque Gorky.

Había olvidado todo eso por un buen tiempo para evitar conflictos por las ideologías de la gente quien no entendían que solo era una pasión y que es normal que los jóvenes nos apasionados por algún tema, sin importar que alguien esté de acuerdo o no. Hasta hace unos meses atrás, un amigo de la universidad me regaló un libro llamado “La Europa de Lenin” de Fernando Díaz-Plaja. En ese libro, el autor narra sus experiencias viajando por la Europa del Este de principios de los años 70 y entrevistando a muchas personas en su viaje. En la novela se muestra también una opinión dividida por los habitantes, más allá de los paisajes hermosos que va visitando Díaz-Paja, en especial, la grandiosa ciudad de Leningrado (como se llamó San Petersburgo mientras existió la URSS). La ciudad, la gente, las tradiciones, el Palacio de Invierno, etc. No le quedaba duda de por qué era la potencia mundial que competía codo a codo con Estados Unidos.

Volví a recobrar toda esa pasión por saber de la historia del gigante euroasiático. Aunque de una forma un tanto distinta. Rusia es un país hermoso e importante a nivel mundial, pero no me es tan interesante como su antecesor en lo absoluto. Muy parecido a la canción de Sabina, en la que se narra la aventura de un hombre con una mujer en la que fue la capital rusa hasta 1918, pero al volver a la ciudad casi medio siglo después, ya no hay esa chispa ni esa emoción entre la pareja. Esto en alusión sobre la nostalgia al país en antaño, los congresos universitarios y visitas a la Unión Soviética, rematando esto con la frase “… y Leningrado es otra vez San Petersburgo”. Aclarando que ya no hay eso nos hizo fascinarnos a muchos por la historia de este país, pero que siempre estará en la historia de la humanidad y en mí, como una de mis primeras pasiones: saber de historia y geografía.

 

 

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«Orquídea». Fotografía de Gabriel Quintanilla. Suplemento Cultural TresMil, 20 abril 2024.