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¿Una simbiosis entre trabajo y capital?

Orlando de Sola W.

He leído con interés el artículo de Rodolfo Cardenal “Y sí, las Izquierdas han Colapsado”, publicado en UCA Noticias en Octubre de 2016 y después comentado.

Dice el Padre Cardenal que el comunismo colapsó por tratar de reemplazar con el Estado a otros agentes económicos y sociales que no velan por el bien común. También critica a los socialdemócratas por haber caído en el consumismo y la corrupción, aunque reconoce que instalaron algunas medidas compensatorias, sin comprender ni erradicar el origen de la pobreza y la desigualdad.

Trataré de explicar algunos conceptos equivocados que contribuyen a la confusión semántica sobre “el origen de la pobreza y la desigualdad”. Mucho tiene que ver nuestra costumbre de llamar Tierra, Capital y Trabajo a los factores de producción, o agentes económicos, como les llama Cardenal.

Deberíamos llamarlos Personas, Recursos y Bienes, en ese orden, para destacar la importancia del ser humano, que es la razón de ser del Estado y el proceso económico. Ese error lo heredamos, en parte, de Carlos Marx, pero el lo heredó de David Ricardo, un economista inglés que lo precedió.

Apoyándose en la dialéctica hegeliana, Marx desarrolló las controversiales teorías del Materialismo Histórico, la Lucha de Clases, la Plusvalía y la Explotación, que sigue siendo el principal valladar en las relaciones humanas.

También influyeron en Marx los pensadores del Racionalismo y la Ilustración, como Rousseau y Montesquieu, en Francia, así como Locke, que desde Inglaterra influyó en el movimiento independentista en Estados Unidos, donde el derecho a la Vida, la Libertad y la Propiedad fueron discutidos.

En esa época la esclavitud era tolerada en Estados Unidos. Por eso sus próceres omitieron mencionar el derecho a la propiedad, sustituyéndolo, en el Preámbulo de la Constitución, por “la búsqueda de la felicidad”. Para mi el derecho a la propiedad es la muy privada y casi íntima posesión de nuestro cuerpo, sentimientos y pensamientos, siendo el resto de propiedades meras extensiones de los primeros. El derecho a la propiedad complementa los derechos a la vida y la libertad, aunque ha sido muy mal interpretado.

David Ricardo y Carlos Marx se equivocaron al llamar Tierra, Capital y Trabajo los factores de producción. Pero su error sigue siendo transmitido a filósofos, teólogos y economistas posteriores. Seguir así, en lugar de utilizar Personas, Recursos y Bienes, contribuye a mantener la confusión semántica. El factor humano debe ir primero, seguido por los recursos naturales y las máquinas, que facilitan y potencian nuestro trabajo.

Trabajo no es el denostado factor que acostumbramos colocar al final de la equivocada triada productiva. Trabajar es “vencer la pereza”, no un empleo, ocupación, profesión, carrera o vocación. Solo nosotros, los humanos, podemos vencer la pereza, porque los animales, como los bueyes, caballos y mulas, pueden cansarse, pero no tener pereza, que ha sido definida como “una dejadez de ánimo para hacer buenas obras y cumplir las propias obligaciones”.

Los animales no tienen dejadez, ni obligaciones. Solo nosotros, los humanos, las tenemos. Y solo nosotros podemos, con “diligencia” o “prontitud de ánimo”, “obrar” para vencerla. El resultado del trabajo humano debe medirse y remunerarse, no por la cantidad de esfuerzo, o sudor derramado, sino por nuestra igual dignidad, que excluye toda explotación y aprovechamiento. Ese, sin embargo, es el problema en toda relación humana, incluyendo las laborales, que producen discordia. Cuando negamos esa igual dignidad, negamos también nuestra libertad y fraternidad.

Esa es la simbiosis que ha quedado pendiente. No entre Trabajo y Capital, como sugerido, porque eso sucede de manera espontánea cada vez que usamos herramientas, o máquinas, y mejoramos nuestro trabajo. La simbiosis pendiente es entre Personas. Unas que venden tiempo de vida para obtener sueldos, salarios y otras compensaciones. Y otras que compran ese tiempo para producir y consumir, con ganancia, bienes y servicios.

Los primeros poseen su cuerpo, pensamientos y sentimientos. Los segundos poseen, además de su cuerpo, pensamientos y sentimientos, las máquinas, o bienes de producción.

Pero no debemos confundir el capital con el dinero, que es solo una pequeñísima parte, la mas líquida y disponible de los bienes de producción y consumo, que combinados con diligencia humana y recursos naturales constituyen el proceso productivo.

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