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Recuerdos de fin de año

 

Marlon Chicas – El Tecleño Memorioso

A pocos días del nacimiento del Divino Redentor y final de otro año, una sensación de nostalgia invade mi corazón, trayendo al presente las memorables fiestas decembrinas en mi amada Santa Tecla, que se convirtieron en verdaderos carnavales a lo largo y ancho del municipio, en décadas pasadas que a continuación describo.

Para los pachangueros fue el pretexto perfecto para congregarse con amigos y vecinos en un ambiente de camaradería y cordialidad, entre estas nunca falto un amor platónico que hiciera palpitar el corazón de algunos; sin dejar de lado a los amigos de mil batallas con quien se tuvo la confianza de contar intimidades, sueños y esperanzas.

Para otros, un momento de reflexión y gratitud al Creador por sus bondades a lo largo del año, asistiendo a misa en familia los 24 y 31 de diciembre a medianoche, en las parroquias del municipio, departiendo luego en la intimidad de sus hogares con amigos y conocidos una suculenta cena; con sabrosos alimentos, preparados por las abnegadas abuelas, madres y hermanas mayores quienes, con sus guisos, hicieron el deleite de chicos y grandes, los que ávidos esperaban el exquisito chompipe, pollo, pato, conejo, entre otras especies, o degustando de deliciosos tamales pisques, entre otras provisiones para la ocasión.

Y qué decir de la parranda durante la noche con música guapachosa, provocando en los asistentes el jolgorio acompañado de delirantes carcajadas, otros acercándose a una bella fémina con quien bailar durante la fiesta, solicitando clásicos cumbiones como la “Charanga”, “La bala”, “Cumbia Cuscatleca” entre otras, de las Orquestas Casino, Flores, Sonolux respectivamente; sin dejar de mencionar a los que lloraron a moco tendido, por las notas de “Navidad”, “Faltan 5 Pa las doce “ de Antonio Machín y Oswaldo Oropeza, correspondientemente entre muchos intérpretes.

No podía pasarse de largo el estreno, subsidiado por los padres o hermanos mayores, luciendo camisas de marca con elegantes estampados, los más chicos presumiendo prendas con personajes de la televisión, pantalones vaqueros o punta de campana, comprados en ventas ambulantes, en los alrededores del Parque Daniel Hernández, conocidos sarcásticamente como “El Agachón”, “Metro Suelo” o “Bájeme Ése”.

Al igual que hoy, la pólvora se convirtió en la responsable de llevarse manos, dedos, ojos, y piel, por la irresponsabilidad de padres o encargados, que bajo el influjo de Baco se desatendían de los pequeños. Las estruendosas explosiones de pirotécnicos a medianoche se convirtieron en el subterfugio ideal para fundirse en abrazos con familiares y amigos, así como apechugar a la joven anhelada en el barrio.

Esta celebración, terminaba con sus infaltables consecuencias, producto del desvelo y el exceso de aguas de dulces matas, aliviadas, con bebidas simples y famosos antiácidos, sin faltar el sopón “Levanta Muertos”, “Pollo” o “Chipilín con huevo” y la respectiva dosis de vitamina G (alcohol), para entonar al sufrido hígado.

Con esta crónica, expreso mi gratitud a la coordinación del Suplemento Cultural 3000, el haberme permitido publicar las Memorias del Tecleño Memorioso, a los columnistas y lectores su valioso apoyo durante el presente año, esperando reencontrarnos nuevamente en 2023 ¡Feliz Navidad y Año Nuevo!

Ver también

«Fiestas de mi pueblo». Fotografía de Rob Escobar. Portada Suplemento Cultural TresMil-27 Abril 2024.