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Joaquín Salazar
@JoakinSalazar
El cansancio es evidente en su mirada y al caminar; pese a ello, diariamente sale a las calles de Apopa a comercializar juguetes, trabajo que le permite sobrevivir junto a su madre, quien permanece en su hogar debido a su avanzada edad. Don Carlos Antonio Serén, de 62 años, dejó de trabajar formalmente en el 2007, por invalidez en sus ojos y su rodilla, según lo estableció el Instituto Salvadoreño del Seguro Social (ISSS). Luego de dieciocho años de cotización, asegura que recibe una pensión de $24 dólares, fondos que considera insuficientes para poder vivir.
Su vida quedó marcada luego de que un accidente de tránsito que le imposibilitó seguir trabajando; además, su vista ha ido desmejorando con el tiempo, circunstancias que lo llevaron a dejar su trabajo.
Don Carlos reconoce que trabajó para el Ingenio El Ángel entre 1979 y 1984. Para ese entonces, ya se encontraba cotizando con el ISSS. Tras el conflicto armado que vivió el país, dejó de trabajar entre 1984 y 1992, realizando trabajos ocasionales o dedicándose al comercio informal. Para 1994, inició a trabajar en el Supermercado Toyita, donde permaneció hasta el 2007, cuando el salario mínimo era de $155 dólares.
Cuando se crearon las AFP, don Carlos tenía la edad para permanecer pensionado en el ISSS, recuerda que nunca firmó un papel o un documento para trasladarse a una AFP; pero el ISSS, en el 2010, lo transfirió a la AFP Crecer, que le entregaba un dólar mensualmente durante nueve años en concepto de cotización. No fue hasta el 2019 cuando le hicieron una evaluación e inició a recibir los 24 dólares que hoy recibe.
“Quisiera que me aumentaran la pensión. Lo que me dan no me alcanza, ya que no recibo ni el mínimo. Además, ayudo en mi casa y lo que doy es bien poco. A mi madre hay que comprarle medicinas que tienen un valor superior a los 85 dólares y no me alcanza”, dijo don Carlos, con sentimientos encontrados. Nunca recibió fondos por las iniciativas del gobierno anterior de ayuda a los adultos mayores, ya que su edad no se lo permitía.
Ni tampoco recibe ayuda de organizaciones u otras instituciones, por lo que hace un llamado a que el gobierno de Nayib Bukele le ayude a mejorar sus condiciones de vida y, sobre todo, ayuda para su madre, a quien debe comprarle medicamentos con un valor superior a los 80 dólares cada 15 días.
De igual manera, pide que se reevalúe su caso y se le conceda una pensión digna; ya que, como se pensionó por invalidez, no se ha visto beneficiado con las actuales reformas que permiten una pensión mínima de 207 dólares. En la Asamblea Legislativa permanece la discusión sobre las reformas a la pensiones. Sin embargo, poco o nada se ha avanzado en este tema y, sobre todo, en las mejoras para aquellos ciudadanos que salieron perdiendo con la implementación de las AFP en los años 90s.
