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Samuel Amaya
@SamuelAmaya98
El padre José Antonio Cruz dijo este domingo, durante la homilía de la Santa Misa en la Cripta de Catedral Metropolitana de San Salvador, que el Espíritu Santo guía a la Iglesia para encontrarse con el Señor.
El líder religioso sostuvo que el lenguaje de Dios es accesible para todos los asistentes a la misa: «Cada uno de nosotros piensa de manera diferente, nuestros intereses y proyectos de vida varían, pero el lenguaje de Dios es para todos. Lo entendemos y parece que el Señor nos habla de forma personal, nos habla directamente; ese es el lenguaje de Dios, el lenguaje del Espíritu.»
Cruz enfatizó que no basta con comprender este lenguaje, sino que es esencial practicarlo y hacer que más personas se unan a él, ya que el mal «siempre buscará derrotar, destruir, dividir, generar discusión y confrontación dentro de la Iglesia. Pone trampas, pero el Espíritu Santo guía a la Iglesia, la encamina, y a sus hijos los fortalece, ayudando a que, a través de los ministros, puedan mantenerse en la fe.»
El sacerdote destacó que la lengua del Espíritu renueva a su pueblo: «Levanta a los que han sido destruidos y los regenera, los hace nuevos hijos. Además, el Espíritu Santo nos indica el camino hacia el Reino de los Cielos; no caminamos a ciegas, sino que el Espíritu nos ilumina en las tinieblas. Cuando un pecador camina en la oscuridad e invoca al Espíritu, este llega a iluminarlo, porque es luz para nuestra vida.»
A lo largo de la historia, ha sido el mismo Espíritu Santo quien ha auxiliado a quienes lo necesitan y lo llaman. «Sabemos que el Espíritu Santo es la tercera persona de la Santísima Trinidad; es el misterio de amor entre el Padre y el Hijo que se manifiesta en el Espíritu Santo.»
El padre Cruz explicó que, aunque no es posible ver al Espíritu Santo, se le siente en el interior cuando se le invoca:
«Lo sentimos cuando se ha derramado en nosotros, cuando en nuestras vidas ha llegado ese punto de conversión, ese llamado que hemos experimentado en nuestro interior. Es el Espíritu el que nos impulsa a venir aquí, a escuchar la palabra de Dios y a reconocer cuándo una acción o un modo de pensar no viene de Él.»
Finalmente, el sacerdote advirtió que aquellos que construyen torres de soberbia terminan confundidos con sus propios servidores.
