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Muestra de Médicos Escritores

MUESTRA LITERARIA DE LOS MEDICOS ESCRITORES DE EL SALVADOR PRESENTADA EN SU ÚLTIMO EVENTO “RIMAS Y CUERDAS” EL 20 DE FEBRERO 2015

Adán Figueroa Acosta

LA VIEJA CEIBA

Sentado en la soledad de la tarde

sobre las endurecidas raíces

de la vieja ceiba.

Inmerso en el silencio

contemplo apenas

la suave y lenta caída

que desde lo alto y mecidos por el viento

experimentan los tersos

y blancos fragmentos

de algodón desgarrado

del gigantesco árbol.

La vieja ceiba extiende

su blanca alfombra

a la vera del camino.

Yo, there impaciente espero.

La mujer que quiero

en cualquier momento

dejará ver su sonrisa dulce, pilule

sus ojos que miran,

que callan y sienten mi presencia

aunque no me estén viendo.

Risueña, rebosante de alegría

belleza y esplendor

se acerca su pequeña figura.

La tarde se aleja

la noche nos rodea

y protege de los ojos del mundo.

El camino también se ha esfumado.

Sólo quedamos ella, yo

y  la vieja ceiba.

 

DESEO

No sé si es la sombra

de tu ausencia

en el despertar de la noche

o el verte en la penumbra

de mis sueños

desnuda de prohibiciones

esperando a que descubra

lo último de tu inocencia.

¡No sé!, pero corro hacia ti.

 

A MONSEÑOR ROMERO

Mi tierra se vistió de negro

mi gente le pide a Dios

por la paz de nuestro mártir

que asesinado murió.

Arnulfo Romero, su nombre,

la justicia su ideal

él murió dando a los hombres

el mensaje de la paz.

Su ausencia material es mínima.

Con el correr de los años

su agigantado espíritu

recorrió sin fronteras

llevando esperanza

al humilde, al desposeído

donde el aire respiraba angustia

en medio de sueños de libertad

entre pinares y cerros de tierra mustia

entre tugurios y barrios

donde se oyó su voz, su verdad.

Hoy, Monseñor Romero es de todos:

de todos los salvadoreños,

centroamericanos, latinos

y de todo aquel,  con sentimientos positivos

para la humanidad.

 

Ranulfo Oswaldo 

Araya Rodas

A CECIBEL

Porque no hay eternidad realmente

sólamente la sensación de que existe.

El tiempo se detiene…

Y el recuerdo en silencio no te toca.

Eres un sol que ilumina en forma constante

como una estrella tras otra

una mañana de primavera

de hojas verdes y flores tenues.

Eres  un húmedo lienzo

con calor de labios y suspiros,

canto alegre entre la tristeza de los poetas.

Un capullo de rosa con gotas de rocío

pétalo de azucena

con calor de mujer.

Eso eres…Como un beso en la boca.

 

IN SITUM PLACENTA

En la relativa soledad incomprendida por el mismo tiempo

un pensamiento prematuro y fijo, preguntaba aún sin voz.

¿Dónde estoy madre?

Inmerso en la tibia calma

aferraba sus puños al agua

sin poder abrir los ojos,

sin poder respirar,

con el destino unido al pasado

gestaba la respuesta de su ser corporal.

Oscuridad, silencio y tranquilidad

era el derredor de sus membranas

y una dehesa perfecta le nutría el cuerpo.

¿Dónde estoy madre? Preguntaba

nadie escuchó su voz

pero ahí estaba…Entre el olvido y el tiempo.

Y aunque su pregunta se desvanecía

y su presencia fuera sutil y fugaz,

era la realidad de un pasado,

un sueño del futuro

una luz en los caminos

o una pregunta prematura

en algún lugar del universo:

¿Dónde estoy, padre tiempo?

.·.

 

Jesús Martínez

AMADA

I

Te ofrezco el corazón,

abrázalo al calor de tu latido,

con la claridad de tus auroras

el hijo que asoma en tu dulzura.

II

En tí comprendo el universo,

los caminos y los montes,

los ríos de arterial misterio,

el infinito que habita en tu pupila.

III

El amor tiene el color de tu piel,

tu mirada es la síntesis del mundo.

No hay más belleza que tu risa

más cuchillo que tu llanto.

IV

Tu mirada es el único sentido,

el gozo de tu solar alegría,

La noche es tu ausencia más terrible,

tu palabra la llena de estrellas.

V

Te encuentro en los caminos,

en cada piedra transitiva.

Es tu amor el que llena mi canto,

son tus huellas las que dejan mis pasos.

VI

En el pecho el amor arde,

es tu nombre mi única palabra,

aparece el hijo en nuestros ojos

cuando el beso despierta nuestra sangre.

VII

Perdemos la frontera de los límites,

descubrimos la ternura de la entrega,

son nuestros cuerpos estelares

una sola luz, una sola arena.

VIII

Te llenas de mi voz, de mi aliento.

Todo el amor cabe en tu mirada,

todo el tiempo en el instante.

IX

Encontramos el asombro

somos sorprendidos por el día.

El amor brota de los labios,

se esparce hasta el dolor,

duele hasta la vida.

X

Lo humano siempre es primitivo,

es humano mi temor.

Tengo miedo de perderte

ante el imposible del amor infinito.

.·.

Ilich Rauda

Petición

Pido silencio

para escuchar:

esta bala recorriéndome las venas

Vuelo disperso

Es tarde para los pájaros.

Perdidos vagarán sin rumbo

sus alas olvidaron al viento

pronunciar tus cuatro nombres

 

.·.

Carlos Benedetto Alberto

TORBELLINO

Sopla aquel viento al final del otoño

los pétalos de las flores marchitas

se confunden con las hojas caídas

en aquel torbellino que se forma

con el soplo de la brisa.

Ya no hay prisa en llegar a casa

ya no hay prisa desde que tú te fuiste

ya no hay prisa en perseguir tu camino

ya no hay prisa en amar a alguien

si todo se fue con tu ausencia.

Recuerdo tu presencia,

recuerdo tu sonrisa

recuerdo aquellas lunas de plenilunio

bañadas por un mar de estrellas.

El lucero que más brilla, es el lucero de tu ausencia.

Sopla el viento,

se estremecen las hojas del cortés blanco

bañado en flores amarillas.

Una que otra ardilla salta juguetona de rama en rama

mientras el colibrí liba el polen de sus flores

Ya no hay prisa en llegar a casa

ya no hay prisa en ver tu retrato

ya no hay prisa en seguir el camino

cuando la soledad te espera,

ya no hay prisa.

Recuerdo tu última sonrisa

recuerdo tus últimas palabras:

adiós amado mío,

nos veremos en la otra vida.

Escapándose así el último hálito de tu alma.

Sopla el viento al final del otoño, sopla la brisa

levantando el torbellino de aquellas almas

que nacieron para amarse

confundidas con los pétalos

de las flores marchitas.

TUS OJOS Y LA LUNA

Tus ojos y la luna me estremecen

y me dan el gozo de vivir.

Tu profunda mirada llena de amor

es como aquella luna de plenilunio

que ilumina hasta el último rincón

Ver tus ojos viéndome

por la vidriera de la ventana

dando un raro resplandor,

es como la luna sobre las olas mar

irradiando la oscura noche de claridad.

Tus ojos y la luna me vuelven loco,

loco de amor. ¿Qué haría yo sin ellos?

creo que no podría vivir,

pues me dan la fuerza para seguir luchando

cada día por tu amor.

Ver tus ojos es mi consuelo y mi  tesoro

porque sé, que son sólo míos

como tú me dijiste: son una prueba de amor.

La luna se va cada noche, mas tus ojos

me acompañarán siempre,

siempre que los riegue con todo mi amor.

Ver también

«Orquídea». Fotografía de Gabriel Quintanilla. Suplemento Cultural TresMil, 20 abril 2024.