Muerte social

Caralvá

Fundador

Suplemento Tres mil

 

De pronto el estudio de la época nazi se convierte en pasión, concurrimos a su encuentro con el presente, en busca de coincidencias que nos ayuden a evitar el desastre; en general la Historia tiene esa función, pero como anotó G.W.F. Hegel: “Los gobiernos nunca han aprendido nada de la historia, ni han actuado bajo principios deducidos de ella”, como maldición de Sísifo repetimos la misma frustrante acción ejecutada por humanidades anteriores.

Eliminar a los enemigos del régimen no solo es por muerte física, también por el principio de negar su presencia nacional, su condición humana, sus valores, condición ampliable a muchas rivalidades académicas, científicas, profesionales del mundo que vivimos; en nuestro caso el concepto de “muerte social” es parte del estudio del libro Los verdugos voluntarios de Hitler/Daniel Johan Goldhagen – México: Santillana, 2005, 752 p. donde refiere: “La muerte social es una condición formal. Según Orlando Patterson, es el dominio violento de gente alienada por su nacimiento, y, en general deshonrada. Es una concepción culturalmente compartida de quienes están muertos desde el punto de vista social, y, al mismo tiempo, una serie de práctica hacia ellos. Ambos aspectos están entrelazados y dependen uno del otro. Los miembros de una sociedad conciben a los socialmente muertos como carentes de algunos atributos humanos esenciales y no los consideran merecedores de protecciones básicas sociales, civiles y legales. No creen que el socialmente muerto pueda ser honorable. Les niegan, pues, el honor, y los tratan de tal manera que incluso les niegan la posibilidad de recibir honor social, que es un requisito para llegar a ser miembro plenamente reconocido de una comunidad social. Puesto que son seres socialmente deshonrados, los opresores no consideran que tengan muchos derechos comunales básicos, entre ellos el más fundamental, el derecho a que se reconozcan y respeten sus lazos de parentesco. Esto es lo que significa la alienación por el nacimiento” Los verdugos… pág. 216. Estas pocas líneas pueden orientar al lector a comprender una de las razones de la Alemania Nazi, los judíos-alemanes no eran considerados humanos, sino esclavos, personas socialmente muertas, por lo tanto, los opresores tenían toda la facultad para expresar su violencia contra ellos sin ningún límite.

El concepto es solo uno de los eslabones de aquél horroroso período histórico, pero otro componente era el campo de concentración donde se instrumentalizaba a las víctimas con objetivos utilitarios, eran esclavos, enemigos de la nueva Alemania, “enemigos designados”.

Dentro de los campos de exterminio, el trato de la deshumanización era: “despojaban a los prisioneros de su individualidad, tanto porque así les resultaba más fácil tratarlos brutalmente como porque lo consideraban apropiado, de conformidad con el orden moral del mundo…” en ese orden además: “… cuando les cortaban el cabello y los sometían a desnutrición extrema, hombres y mujeres parecían casi indistinguibles. Los alemanes casi nunca se molestaban en aprender los nombres de los internos de un campo”.  pág. 230

La muerte social entonces es un concepto para aplicar a los enemigos del régimen, la negación de estas poblaciones y su criminalización se cristaliza en la violencia hacia grupos determinados, así los judíos, gitanos, polacos y rusos sufrieron estas agresiones, el libro de Daniel Jonah Goldhagen señala que también existen asesinos de escritorio, calificando así a quienes ellos consideran portadores del mal, buena lección para nuestros días la cual debemos evitar.

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