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MIGRACIÓN Y LAICIDAD

Miguel Ángel Dueñas Góchez*

Recientemente, el Presidente Salvador Sánchez Cerén realizó tres acciones sin precedentes relacionadas al tema migratorio. De las cuales se menciona la más comprometedora: velar por el respeto de los derechos humanos de las personas migrantes y sus familias.

Una de ellas fue lograr que 22 compatriotas en condición migratoria irregular –en su mayoría mujeres, niñas y niños pertenecientes a ocho grupos familiares- no fueran deportadas de los Estados Unidos de América, sin antes agotar todos los recursos legales que estipula ese país. Dichas unidades familiares habían sido detenidas luego de los operativos que las autoridades de ese país norteamericano realizaron al inicio de este año.

Esto fue posible gracias a los esfuerzos de protección consular, funcionariado salvadoreño, centros de detención donde estaban albergadas estas familias y a la coordinación con organizaciones -como RAÍCES y CARA-, que han presentado recursos legales para que dichas unidades familiares no fuesen retornadas al país. (https://www.elsalvador.com/ opinion/editoriales/174050/migracion-y-derechos-humanos/).

La Constitución salvadoreña de 1983, art. 2, dice: Toda persona tiene derecho a la vida, a la integridad física y moral, a la libertad, a la seguridad, al trabajo, a la propiedad y posesión, y a ser protegida en la conservación y defensa de los mismos.

El principio constitucional, la laicidad, contra cualquier forma de intolerancia, de discriminación, asegura el respeto de tres grandes principios: la libertad de consciencia de culto; la separación de las instituciones públicas y organizaciones religiosas; y la igualdad de la totalidad delante la ley independientemente de sus convicciones religiosas. Protege la neutralidad en los servicios e instituciones públicas, garantiza la libertad de conciencia y, por consiguiente, la libertad religiosa.

En su discurso David Rizo (embajador de Francia, mar 08, 2017), expone: −Lo que está en juego en la noción de laicidad es la cuestión de saber cómo unir nuestras diferencias, con respeto, serenidad y con un espíritu de convivencia. En otras palabras, se trata aquí de consagrar los verdaderos principios de la democracia, fundamentado en la libertad de pensar y garante de una sociedad respetuosa de valores universales, no solamente como ciudadanía del mundo sino también ciudadanía de un mundo común−.

*Lic. en Relaciones Internacionales.

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