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Engelberto Maldonado Pérez
Colaboracion de René Argueta
Diario CoLatino
Unos 400 salvadoreños madrugaron en Milán. Antes de las 5:30 a.m., look entraban a la estación central de trenes dispuestos a abordar un ferrocarril de alta velocidad con salida a las 6:00 am. Con destino a Roma. La motivación era una: entrar a uno de los salones del Vaticano para unirse a la delegación que llegó desde El Salvador para encontrar al Papa Francisco y agradecer la beatificación de Mons. Romero.
No es necesario preguntar, cialis sale pero los viajantes paisanos de Milán son migrantes que tienen esperanza en que Romero haga el milagro de pacificar a El Salvador, actualmente desangrado por la delincuencia, el tráfico de droga.
En la audiencia papal reservada a los salvadoreños el Arzobispo de Roma leyó ese sentimiento de los compatriotas dentro y fuera del pais. Así, refiriéndose a Mons. Romero expresó: “la sangre de los mártires es semilla de cristianos”.
Y continuó: el “Mártir no se nace. Es una gracia que el Señor concede, y que concierne en cierto modo a todos los bautizados”. El Papa citó al arzobispo Romero para explicar que “dar la vida no significa sólo ser asesinados; dar la vida, tener espíritu de martirio, es entregarla en el deber, en el silencio, en la oración, en el cumplimiento honesto del deber; en ese silencio de la vida cotidiana; dar la vida poco a poco”.
Para Papa Francisco, Mons. Romero fue un “pastor bueno, lleno de amor de Dios y cercano a sus hermanos que, viviendo el dinamismo de las bienaventuranzas, llegó hasta la entrega de su vida de manera violenta, mientras celebraba la Eucaristía, Sacrificio del amor supremo, sellando con su propia sangre el Evangelio que anunciaba”. Entre la delegación que viajó desde El Salvador se encontraba los monseñores Rosa Chávez, Jesús Delgado y Rafael Urrutia, este último postulador de la causa de Beato Romero y de Rutilio Grande.
Urrutia aseguró que entregaron documentación de tres milagros de Monseñor Romero para que sean estudio por el Vaticano y la documentación de la causa del padre Rutilio Grande, asesinado tres años antes del arzobispo mártir. La delegación también la compuso el padre Rodolfo Cardenal, quien comentó a radio Vaticana su sorpresa al escuchar el interés de Papa Francisco por el padre Rutilio Grande.
“El Papa me preguntó si la documentación entregada era acompañada de milagros del padre Rutilio. Respondí creo que no, no hay ninguno, y me replicó: si hay uno, es monseñor Romero”, recontó Cardenal.
Es decir, que para el Papa Francisco “poner el episcopado al servicio de la gente pobre es un milagro de Rutilio Grande y creo que eso sorprendió aunque a mis acompañantes, comentó.
Pero los 500 salvadoreños en la audiencia también quedaron sorprendidos cuando el Papa dejó sus apuntes e improvisó pronunciando el discurso más fuerte del evento.
“Quisiera añadir… que el martirio de monseñor Romero no fue puntual en el momento de su muerte, fue un martirio, testimonio de sufrimiento anterior: persecución anterior hasta su muerte. Pero también posterior porque una vez muerto, yo era sacerdote joven y fui testigo de eso, una vez muerto fue difamado, calumniado, ensuciado. Su martirio se continuó incluso por hermanos suyos en el sacerdocio y en el episcopado”.
Agregó: “no hablo de oídas he escuchado esas cosas, o sea que es lindo verlo también así, un hombre que sigue siendo mártir, bueno ahora ya creo que casi ninguno se atreva, pero que después de haber dado su vida siguió dándola dejándose azotar por todas esas incomprensiones y calumnias. Eso da fuerza, solo Dios sabe, solo Dios sabe las historias de las personas y cuántas veces a personas que ya han dado su vida o han muerto se les sigue lapidando con la piedra más dura que existe en el mundo: la lengua.
