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Mañana hay calaviuza

Mauricio Vallejo Márquez

coordinador

Suplemento Tres mil

La mitología salvadoreña tiene su riqueza. Esas leyendas tan nuestras que se han pasado de generación en generación, check y que ahora se rememoran en la noche del uno de noviembre en Tonacatepeque, cialis San Salvador. Me encantaba leer sobre esta, sovaldi ver las diferentes versiones. Tanto que cuando niño me imaginaba que en la oscuridad podría surgir el Cipitío, y ya en mi adolescencia recorriendo las calles de regreso a casa en horas cercanas a la madrugada veía como vigilaba mis pasos un can negro, al que llegué a considerar el Cadejo negro. Porque antes había visto a un perro blanco anteceder mis pasos, y ese lo bauticé como el Cadejo blanco. La mitología, tan audaz que se vuelve parte de nosotros.

Todo el año se prepara la juventud de Tonaca para lucir sus mejores disfraces o elaborar las carrozas más impactantes en una fiesta que antes se llamó de San Caralampio, y ahora todos conocemos como la Calaviuza, por aquellas calaveras de morro que se elaboraban para depositar una vela e iluminar el camino de la noche que antecede a la de todos los santos. Sigue aún la costumbre de llegar a pedir ayote o guachamper en miel, en Tonaca es lo usual, y como el ayote ya reventó,  entre las sombras de las calles se escucha:

“Ángeles somos/ del cielo venimos/ a pedir ayote /para el camino /mino mino”

Ahora la fiesta tiene otra dimensión, tan diferente a la de aquellos días en que los niños deambulaban por las calles del viejo Tonacatepeq con sus morrales que terminaban todos mieludos, mientras en tropel se reunían en el cementerio para degustar el botín de ayotes, como nos cuenta don Nelson Gordito. No alcanzaba la noche para deborarlos, y todo un año era motivo de ansiedad para volver a trocar esa noche de uno de noviembre. En cambio cada año se enriquece más la tradición, hoy las estatuas vivientes se toman las cuadras, donde podemos apreciar al actor Carlos Córdova y a muchos de sus alumnos mantenerse inhertes, rígidos, parte del escenario mientras las carrozas comienzan a dejar profundos surcos en la calle, ahora de pavimiento.  Y desfilan con total normalidad la muerte, la Ziguanaba, el padre sin cabeza, la Chancha, el gritón de medianoche, el duende y el Cipitío. Las ánimas en pena y las amenas reuniones al rededor de las grandes ollas repletas de ayote. En el Centro Cultural El Mesón, los artistas del GRATOS esperan a la gente con rico ayote, artesanías y camisetas para tener un lindo recuerdo de esta noche, que no tiene que ver con Halloween, aunque este se haya colado y confunda a la gente que desconoce la tradición de San Caralampio. Así que mañana en la noche nos vemos en Tonaca y diremos: “Ángeles somos/ del cielo venimos/ a pedir ayote /para el camino /mino mino”.

Ver también

«Orquídea». Fotografía de Gabriel Quintanilla. Suplemento Cultural TresMil, 20 abril 2024.