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Los pasillos del ajedrez

LOS PASILLOS DEL AJEDREZ

Por Mauricio Vallejo Márquez

Escritor y Editor Suplemento 3000

Mis tardes estuvieron llenas de ajedrez. Desde que aprendía a jugarlo no había día en que no me encontrara en una batalla en esos 64 escaques. Llevaba siempre en mi mochila un tablero de ajedrez y en cada lugar donde se pudiera jugaba, me encantaba enfrentar a las personas que mejor jugaran. La mayoría de muchachos en la colonia nos reuníamos bajo un laurel de la India y entre cuatro tableros nos dedicábamos a mover alfiles y torres. Organizábamos maratónicos campeonatos en los que el premio era sencillamente jugar ajedrez.

Desde pequeño sentía atracción por el deporte-ciencia. Mi papá había jugado y eso era ya un incentivo, pero el que más me incentivo fue cuando formé parte de la selección del Cristóbal Colón en 1997. Justo en los pasillos de dicho colegio me encontré un mediodía con Carlos Ríos. Ya me habían dicho que él era bueno para jugar, y yo quería probarme. Lo invité, él se mostró poco interesado, pero accedió. Esos pasillos del Cristóbal fueron el sitio para comenzar buenas partidas.
-Una defensa irregular -dijo
-¿Perdón? -pregunté
En aquella época desconocía el término irregular o de indias. Así que me sentía confundido. Tras la partida se me revelaron muchas cosas.

Me di cuenta de que existía diferencia entre aperturas y defensas y que estas a su vez se dividían en abiertas, semiabiertas, semicerradas y cerradas. Y como sabía que mi papá tenía libros de ajedrez comencé a indagar hasta que tuve acceso a ellos. Ríos en ese tiempo me había obsequiado el Sentido común en el Ajedrez, algo que resultó verdaderamente instructivo. Sumando las tardes en la Federación de Ajedrez llegué a moverme con Caro Khan y el Gambito Escocés con tanto gusto.
Esos pasillos del Cristóbal guardan muchas historias, incluso los entrenamientos que nos daba Carlos Álvarez y en los que compartimos también con Ricardo Ríos.

De esas tardes aprendí que en verdad la vida es como el ajedrez, porque es fundamental saber tener un plan para ganar, que se debe estudiar para sobrevivir y que la perseverancia logra estupendos resultados aunque la derrota parezca inminente.

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