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Los dulces del Pilón

Marlon Chicas 

El Tecleño Memorioso

En mis esporádicas maratones por Santa Tecla, detengo la marcha frente a las desaparecidas instalaciones de la dulcería El Pilón, ubicado al final de la 12ª avenida sur 4-5 del barrio El Calvario, en la que alguna vez saboree de sus deliciosos confites.

De acuerdo con una investigación en 2011 elaborada por la ingeniera salvadoreña Marta Silvia Guzmán Deras experta en alimentos, con referencia a la elaboración de dulces artesanales en El Salvador, establece que, durante la conquista española al continente americano, se introdujo la plantación de caña de azúcar, lo que se convirtió en punto de inflexión para la elaboración de estas golosinas. siendo Cristóbal Colón, Hernán Cortez y Francisco Pizarro, los responsables de introducir el plantío de este en América de forma vertiginosa, superando en producción de caramelos al resto del mundo en menos de cien años.

El anterior estudio sirve de base para traer a la memoria una pequeña empresa familiar dedicada a este rubro en Santa Tecla en 1955, famosa por una camioneta amarilla, encargada de distribuir el producto a nivel nacional, propiedad de doña María Eugenia de Cornejo, originaria de San Pedro Nonualco, departamento de La Paz.

En dicha factoría se elaboraban golosinas hechas a mano por diestros operarios a través de clavijas, en la que se paneaba el dulce hasta lograr su consistencia, luego cortado en pequeños carrizos y procesado en una máquina donde obtenía forma y color, posteriormente empaquetado y distribuido a nivel nacional. Está actividad era realizado por jóvenes de comunidades pobres del sector, a quienes se les proveyó de albergue y alimentación; los que en su mayoría eran estudiantes de secundaria, a quienes se les pagaba cinco colones semanales por su trabajo, por lo que el domingo lo dedicaban a visitar a sus familias o pasear por la ciudad.

Cómo olvidar al fiero “Trueno” un pastor alemán, encargado de la seguridad del lugar, quien en más de alguna ocasión sacó carrera a niños y adultos, los que se resguardaban de sus afilados colmillos; ya que era costumbre de la familia poseer este tipo de perros para cuidar el inmueble, enterrándolos posteriormente en los corredores de esta, luego de cumplir con sus años de servicio.

Fue característico en la década del 70 que los infantes y mayores se agolparan al mencionado negocio para adquirir cartuchos de papel de empaque o periódico, colmados de dulces quebrados al módico precio de cinco centavos de colon. Los departamentos que disfrutaron de estas delicias fueron Ahuachapán, Santa Ana, San Vicente, y San Miguel, los confites que hicieron famosa a esta empresa familiar fueron el chuloncito (dulce sin empaque), caramelos, barras de menta entre otros, así como el tradicional jarabe para minutas.

Dicha fabrica cerró operaciones en 1986, dejando un dulce recuerdo en el paladar de chicos y grandes que disfrutaron de sus exquisiteces. Dulcería El Pilón un sabroso recuerdo de la Santa Tecla del ayer.

Ver también

«Orquídea». Fotografía de Gabriel Quintanilla. Suplemento Cultural TresMil, 20 abril 2024.