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Por David Alfaro
17/06/2025
Las luces de colores no pueden ocultar la cruda realidad de El Salvador: somos un país en la miseria, endeudado y casi en bancarrota. Los más pobres y vulnerables mueren a causa de los aguaceros, mientras el dictador Bukele se jacta de un progreso inexistente.
Desde que Bukele llegó al poder, no ha habido programas preventivos efectivos para evitar tragedias. Pero, seamos realistas, ¿cómo se puede prevenir lo inevitable cuando la pobreza y la marginación son la norma?
El Salvador acumula una deuda de mas de 32 mil millones de dólares, más de 13 mil millones con Bukele…pero ¿dónde están las obras prometidas? ¿Dónde están las cuentas claras? La dictadura ha gastado millones en propaganda y proyectos de dudosa utilidad como la compra de Bitcoins, mientras los salvadoreños enfrentan desastres naturales sin protección ni recursos.
Un País Sometido a la Fantasía
Bukele ha vendido la fantasía de convertir a El Salvador en una especie de Suiza o Singapur de Centroamérica. Sin embargo, la realidad golpea duro cada vez que llueve: las inundaciones y los deslizamientos de tierra desnudan la falta de infraestructura y planificación. Los recursos se destinan a mega proyectos de cárceles y criptoaventuras, dejando de lado las verdaderas necesidades del pueblo.
Un Pueblo en el Abandono!
La falta de programas preventivos es solo una parte del problema. La corrupción y la mala gestión han desviado fondos que deberían haber sido destinados a mejorar la infraestructura y los servicios básicos. Los salvadoreños no necesitan más propaganda, necesitan acciones concretas y responsables que realmente mejoren sus vidas.
La deuda externa sigue creciendo y las promesas de desarrollo se desvanecen con cada tormenta. La pregunta sigue siendo: ¿qué ha hecho Bukele con los más de 13 mil millones de dólares de deuda? ¿Dónde están las obras que prometió? ¿Dónde está la transparencia que tanto predicó?
El Precio de la Mentira
El Salvador no se está convirtiendo en una potencia económica, realmente está al borde del colapso. Las luces de colores no pueden iluminar un país que se desmorona bajo el peso de la incompetencia y la corrupción. La miseria y la desesperación siguen siendo la realidad cotidiana para millones de salvadoreños.
El cuento de hadas de Bukele se desmorona con cada aguacero, y la verdad queda al descubierto: no somos Suiza, no somos Singapur, somos un país atrapado en la miseria y la deuda, gobernado por un dictador que prefiere las apariencias a las soluciones reales.
