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La quiebra moral de la República

 

Caralvá

Intimissimun

Es necesario comprender el peligro al implantarse una dictadura en nuestra nación, condición impensable cuando se firmaron los Acuerdos de Paz en 1992, ahora la pandemia del Covid-19 coloca a la sociedad salvadoreña al borde del abismo por una sola persona que pretende imponer el autoritarismo en la República junto a su familia; el presidente no escucha a la Comunidad Jurídica representada en la Corte Suprema de Justicia, califica a los diputados opositores con los peores insultos, desprecia al Colegio Médico, no atiende la racionalidad económica con un endeudamiento aproximado del 90%  del PIB lo que significa por cada $1 generado se pagará ȼ0.90 para la deuda externa durante muchos años, el panorama es deprimente, pero también es sorprendente la pasividad de las autoridades que juraron defender la Constitución de la Republica, como los funcionarios de las instituciones, ellos juraron por las leyes, nuestra historia; no obstante cada día el horizonte tiene muchas nubes oscuras con tonos púrpuras como presagio de una tragedia.

Las falacias repetidas hasta la saciedad y aplicados a las fuerzas opositoras indican que todo el pasado ha sido un desastre y todo el futuro será mejor incluso si la ruina ahoga al pueblo, esa fantasía esconde un final aberrante porque desconocen la historia, no saben de los eventos fundacionales republicanos, las luchas por la democracia de muchas generaciones que combatieron al opresor para legarnos la realidad que vivimos, ahora en pocos días resucitan las horas y minutos  de la segunda versión del martinato.

La pasividad de las instituciones ante las violaciones constitucionales causan horror, principalmente la Fuerza Armada que acompaña acciones ilegales, por ejemplo: irrumpir en la Asamblea Legislativa el 9 de febrero, implantar cercos militares a poblaciones civiles, captura de ciudadanos pero sus denuncias son escuchadas posteriormente amparadas por la CSJ;  la PNC se rebelan contra la Sala Constitucional en sus pronunciamientos de “no obedecer órdenes que incumplan la Constitución”; los decretos no son firmados por el Consejo de Ministros convirtiendo las iniciativas en inaplicables e inconstitucionales (pero son acatadas como leyes) olvidando que esos mandatos corresponden a la Asamblea Legislativa; acciones inconstitucionales a discreción en las cuarentenas obligatorias sin criterio médico, negación al retorno de salvadoreños del exterior, caos en centros de contención, llamados gubernamentales que rompen la cuarentena: CENADE y 1 de mayo con desfiles a su favor …

Todo ello dentro de un horizonte de odio a todo opositor… me recuerda la Alemania NAZI, “el acoso verbal era tan común que se trataba de acciones “normales” que no merecían una mención especial. La condición de parias de los judíos se declaraba públicamente en letreros públicos cuyo contenido era inequívoco” (Daniel Goldhagen 2005 Los verdugos voluntarios)… algo muy similar a las redes sociales con todo crítico de la actual administración, toda voz opositora es inmediatamente perseguida por cientos de falsos usuarios, que no dudan en insultar y amenazar a muerte.

Es significativo el silencio de la Iglesia Católica que en otros tiempos junto al pueblo levantaba la voz de los sin voz… ahora parece comparsa gubernamental.

Todo el panorama dibuja una quiebra de la República, al igual que una quiebra moral de los valores democráticos, casi observamos una democracia en ruinas sin derechos constitucionales, el conjunto de ese cuadro refleja una naciente monarquía del siglo XVIII esperando su Revolución Francesa, que en este caso escribiremos al estilo salvadoreño. La República es nuestra divisa, la democracia no debe ser encadenada por una familia, ni a una sola persona.

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