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La persecución política es la peor corrupción y un signo de regresión

Licenciada Norma Fidelia Guevara de Ramirios

Toda violación o acto desviado de cualquier naturaleza, con fines económicos o no, ocasionada por la acción u omisión de los deberes institucionales, de quien debía procurar los fines de la administración pública y que en su lugar los impide, retarda o dificulta”. Esto es lo que ocurre cuando instituciones como la Fiscalía General de la República se presta para que su rol sea suplantado para perseguir a quienes expresan un punto de vista diferente al de los poderes fácticos o gobernantes.

Cuando se imputa a Sigfrido Reyes haber cometido delitos como peculado, estafa o lavado; a partir de manipulación de hechos, en los que no debe haber lugar a confusiones, queda claramente dibujada la persecución política. Con ella se busca debilitar fuerzas y personas con posición política y pensamiento de izquierda alternativo.

Nadie puede oponerse, y más bien es un deber de la fiscalía perseguir los delitos: el uso ilegítimo de la información privilegiada para hacer negocios y favorecer a una persona o grupo; los sobornos, el tráfico de influencias, la evasión fiscal, las extorsiones, los fraudes y cualquier forma de corrupción; sea cometida por quien sea. Y es evidente que muchas denuncias relacionadas con esas tipologías de hecho se engavetan; mientras se capta con morbo la atención popular a aparentes escándalos que rara vez logran probar.

Desde tiempos inmemoriales, las ideas de promover un nuevo tipo de sociedad, solidario, justo y humano, causa preocupación a los poderes imperiales, a las oligarquías y sus sirvientes; el FMLN se empeñó en cambiar  esa realidad; y logró el desmontaje de la dictadura militar luego de la firma de los Acuerdos de Paz; pero los resabios autoritarios resurgen como los parásitos y es hora de ponerles un alto; elevar la voz y la acción del pueblo para evitar el funesto autoritarismo, civil, judicial o de cualquier tipo.

En el proceso que la FGR abrió contra Sigfrido Reyes, su esposa y otras personas; ha quedado clara la manipulación política. Hecha para tener pretexto de imputar delitos. Lo burdo de la base para los tres delitos que le señalan lo ilustra bien.

Afirmar que él cambió reglamento para favorecerse y recetarse viáticos, cuando con el deber de cuidar la legalidad, la fiscalía está obligada a conocer los procedimientos administrativos con los que opera un órgano colegiado para encomendar misiones, eso indica no que ignoren, sino que fingieron ignorar para tejer la mentira.

Luego lo más burdo en los casos mostrados por la defensa, de tomar como dólares las monedas de otros países como Costa Rica y Venezuela o los cálculos de conversión de dólares a euros; cómo se puede dudar que esos fiscales son incapaces de hacer correctamente una investigación tan sencilla, sería ingenuo creer que son incapaces; porque en esos aparentes errores está la base para un señalamiento de delito grave con el fin de desacreditar a una persona, una familia, llevándose de encuentro a otros profesionales. Es decir “desviar los hechos con fines políticos”.

Sigfrido Reyes puede serles antipático a quienes están detrás de este ataque; pero no le perdonan los poderes, la valentía que tuvo en su tiempo de expresar con libertad y a viva voz los abusos que se cometían  contra la Constitución y el órgano Legislativo por una Sala de lo Constitucional instrumentalizada por la oligarquía y poderes externos.

Sigfrido transparentó la acción legislativa, impulsando medios propios del órgano Legislativo como la radio y la televisión;  impulsó reformas tributarias incomodas para las empresas con mayores ganancias y, se comparta o no, sus opiniones las expresó con libertad.

Bajo su presidencia se impulsaron investigaciones que dejaron al desnudo las maniobras para entregar recursos nacionales como la geotermia, o el robo de donativos como los de Taiwán. Todo eso en el marco de los deberes y de un funcionario, de avanzar en transparencia, justicia y democracia.

Sin duda ese proceso expresa con más claridad la peor corrupción, en la que se juntan intereses diversos de golpear a una fuerza política de oposición y con capacidad de leer el rumbo torcido por el que se está conduciendo al país donde se conjugan todas las expresiones de los poderes tradicionales.

Como militante, reitero mi solidaridad con Sigfrido y su familia, con las personas a las que se sacrifica para un fin político como los empleados del IPSFA y la CCR; pero ante todo llamo a mis compañeros militantes y simpatizantes del FMLN a actuar unidos en defensa de los cambios que logramos hace 28 años para no repetir la noche amarga de la persecución política propia de las dictaduras.

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