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Las cruces de jiote y las cortinas de papel de china en diferentes colores, no pueden faltar en los hogares de los fieles católicos, para dar gracias al creador por los frutos de la tierra y pedir que estos sean dados en abundancia. Esta tradición religiosa y ceremonias religiosas prehispánicas, celebrada cada tres de mayo, consiste en la colocación de una cruz elaborada de árbol de jiote, adornada con frutas de la temporada como mangos, guineos, marañones y coyoles.
Según la Academia Salvadoreña de la Historia, la resina del árbol de jiote era empleada en ceremonias religiosas prehispánicas. “Cualidades como renovar su corteza y retoñar, lo hicieron recurso ideal para simbolizar la bienvenida a la primavera (en la tradición europea), la resurrección y el ceremonial indígena (pero pagano) practicado para tener buenas cosechas”, detalló la fuente.
La institución explicó que el poder simbólico de la Cruz, hizo que, en 1771, en El Salvador, hubiera treinta cofradías de la “Santa Cruz” y veinticinco cofradías de la “Santa Vera Cruz”. En suma, la advocación más celebrada después del Santísimo Sacramento y las Ánimas.
En la actualidad, municipios como San Juan Nonualco, departamento de La Paz, realiza actividades como la de Las Palancas, en la que cargan una cruz de aproximadamente cuatro metros de largo, en los seis barrios que lo componen.
En las cofradías de la Santa Cruz, se preparan las “palancas” que son varas de bambú adornadas con frutas, papel e imágenes religiosas. Estas se pasean por el pueblo hasta llegar a la cofradía, donde se coloca en el altar junto a la cruz.
Izalco y Panchimalco, son otros de los municipios que se unen a la festividad de la Santa Cruz.
