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La crítica en la democracia

Luis Armando González

La crítica es una dimensión consustancial de la democracia. ¿Crítica de qué? Principalmente, ed de las decisiones que se toman desde el poder político, pills económico, sales social y cultural (mediático, religioso, educativo), y de los supuestos ideológicos, teóricos o filosóficos en los que esas decisiones se sustentan. La crítica del poder vale en sí misma; no tiene que ser propositiva ni contar con algún añadido que la legitime.

Su  valor radica en ser un instrumento cuestionador del poder, ni más ni menos.

Nada escapa a su consideración; la democracia –que es la que la que la permite— tampoco es ajena a sus arremetidas, como lo muestra el ejemplo de Sócrates en la antigüedad griega.

Idealmente, sus requisitos básicos son la argumentación razonable y el rigor lógico necesario para que lo que se dice del poder (su ejercicio y sus supuestos) tenga sentido. No se requiere ningún tipo de exquisitez analítica ni de erudición especializada, sino buen sentido, razón y lógica.

Se puede definir la crítica como un escrutinio de las decisiones tomadas desde el poder (y sus supuestos) a la luz de sus repercusiones en la convivencia ciudadana y en la solución de los problemas que  aquejan a los más débiles en la sociedad. La crítica tiene su motivación no sólo en la propensión a abusar del poder, propia de los seres humanos, sino en la preocupación de que muchas veces, desde el poder, no se toman las mejores decisiones de cara a los intereses y necesidades de los ciudadanos.

¿Quiénes pueden hacer la crítica del poder? En realidad, cualquiera que sienta la necesidad de hacerlo; esto incluye la crítica desde determinadas esferas de poder hacia otras, lo que hace parte del debate público democrático.

Pero sobre todo, es un derecho y un deber de todo ciudadano vigilar a quienes ejercen el poder y juzgar críticamente ese ejercicio y sus supuestos. Y los intelectuales tienen una responsabilidad mayor en ese papel cuestionador del poder.

Por lo general, a quienes tienen alguna cuota de poder en sus manos lo que menos les gusta es la crítica de sus decisiones y los supuestos de las mismas. Menos mal que en un marco democrático no sólo está garantizado el derecho de la crítica, sino que quienes lo adversan tienen amarradas las manos para impedirlo.

En otro contexto, es presumible que utilizarían el poder que tienen para doblegar a todo aquel que osara criticarlos.

No les gusta la crítica en su sentido más estricto, pero tampoco les gustan las “desviaciones” y “perversiones” del ideal, salvo cuando tales desviaciones y perversiones tienen la forma de adulación a su poder. Porque, en la práctica, pocas veces su cumple con los requisitos básicos de la crítica.

En un extremo, están los que adulan a los poderosos, dando un sí a todo lo que ellos hacen y dicen.

Esto no es crítica, sino una anulación de ella en favor del poder. En el otro extremo,  están los que atacan sin piedad al poder (o a algunos representantes del mismo), cayendo en la denigración y la diatriba. También aquí se anula la crítica. Pero, una vez que esta tiene cabida como posibilidad, es casi inevitable que sus perversiones y desviaciones no se abran paso y, en situaciones en la que no se cultiva la crítica racional, terminen imponiéndose como las formas válidas de argumentar en torno al poder.

En un mundo ideal, sería la crítica racional la única que tendría vigencia; pero en el mundo real, es ésta (con suerte) y sus variaciones (por el lado de la adulación y por el lado de la denigración) lo que tiene vigencia. Y quienes tienen alguna cuota de poder en sus manos –político, económico, social y cultural— deberían saber que no están blindados para que la crítica y sus desviaciones y perversiones los acechen.

Deberían saber que muchas veces ese es el único resquicio que se abre para juzgar las consecuencias de sus decisiones.

Ese es el precio a pagar por el poder que tienen, el cual no pueden ejercer quedando impunes ante la mirada crítica de los demás. Quienes se consideran blindados ente la crítica vivirán con enfado y mal humor sus arremetidas. Mala suerte.

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