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«EN SANTIAGO DE MARÍA ME TOPÉ CON LA MISERIA»

Dos años de la Vida de Mons. Romero (1975-1976)
¿Años del Cambio?

“MEDELLÍN APREMIA TODAVÍA:

“…Un hecho de la vida de la Iglesia, tan trascendental para América, se ha desfigurado por la exageración de dos extremos: el de los que no quieren dejarse llevar adelante por el vigoroso soplo del Espíritu Santo que impulsa a la Iglesia a una presencia más dinámica “en la actual trasformación de América Latina” y de los que quieren acelerar tanto ese dinamismo que hasta han llegado a confundir las exigencias del Espíritu con el espíritu de una revolución anticristiana. Unos y otros han hecho mucho mal al verdadero espíritu de Medellín que, ante todo, es un espíritu religioso…”.107

Ciertamente tenía una visión muy peculiar de los “Documentos de Medellín” que le hacían tener una especie de prevención y prejuicios especiales; quizás fuera, no solo por las exageraciones avanzadas de algunos de sus simpatizantes, sino, más bien, por la línea nueva de pastoral que propugnaban esos documentos, ante la cual él y su pastoral tradicional se revelaban.

Vamos a reproducir algunas anécdotas sobre este tema, para así completar más esta visión de Mons. Romero:

“Nunca había pensado esto”

“JUAN: Es que hay algo interesante en la trayectoria de Mons. Romero: él estuvo casi dos años en Santiago de María sin citar nunca a Medellín; citaba el Vaticano II, pero citar a Medellín nunca; más, cuando se le citaba a Medellín, se ponía “evidentemente nervioso y tenso”.

Entonces, sobre esto discutimos también muchas veces. Un día que estábamos platicando y discutiendo los dos, y yo le había citado varios pasajes de Medellín, me dijo: “Es que Uds. solo a Medellín citan, solo Medellín, solo Medellín”. Yo le dije entonces: “Mire, Monseñor, es que yo no puedo dejar de citar Medellín, porque Medellín es el esfuerzo de la Iglesia por poner, en las condiciones de Latinoamérica, el Concilio Vaticano II; entonces, ¿por qué no citar a Medellín?” Entonces él me contestó y me dijo: “Es que Medellín es muy manipulable y muy… tendencioso”. Yo recuerdo que le dije: “Mire, Monseñor, yo tengo que creer en la asistencia del Espíritu en Medellín igual que en el Concilio Vaticano, porque si yo negara que en Medellín hubo una asistencia especial del Espíritu a la Iglesia, estaría a un solo paso de negar la asistencia del Espíritu en el Vaticano; y esto, yo no lo puedo negar, no puedo admitir de ninguna manera que se me diga que en Medellín no hay ninguna asistencia del Espíritu Santo cuando estaba representada allí casi la mitad del catolicismo; no puedo”. Y recuerdo que se me quedó muy pensativo, y que me dijo: “Nunca había pensado esto”. Entonces desde aquí empezó a citar Medellín”.108

“Mª LÓPEZ VIGIL: ¿Y él había leído Medellín?

JUAN: Claro. Él lo conocía.

Mª LÓPEZ VIGIL: Él lo conocía, pero lo tenía como algo…

JUAN: Él lo conocía, pero lo tenía como algo sospechoso.

Mª LÓPEZ VIGIL: ¡Ajá! Y de ahí empezó…

JUAN: Ahí empezó él a citar Medellín.

Mª LÓPEZ VIGIL: O sea que era un hombre también en el cual se podía ir haciendo luz, ¿verdad?

JUAN: Sí. Era honrado y actuaba de acuerdo con sus convicciones, de acuerdo con lo que él tenía claridad. Así actuaba”.109

No cabe duda que estos cambios de mentalidad que se iban operando en Mons. Romero le facilitaban el camino para una mejor comprensión de las razones y motivaciones de la línea de pastoral de los pasionistas. Un biógrafo dice: “Desde aquel día, (el de la discusión sobre la línea del centro), Romero se preocupó más por entender mejor a Medellín. Y esto fue un logro de “Los Naranjos”; al punto de que se puede decir que, al cerrar temporalmente aquella experiencia, este abrió definitivamente su mente hacia Medellín, pues hasta entonces había estado cerrado, en medio de sospechas y dudas, a la doctrina expuesta en tan importante documento”.110

d) Fin del Debate

Pero después de este apartado sobre Medellín, que lo creíamos necesario para comprender mejor la discusión sobre el centro, volvamos al asunto de “Los Naranjos” para conocer en qué quedó todo ello, es decir, cómo finalizó el debate:

12 diciembre 1975: Se da la intervención de nuestro superior inmediato, el vicario regional de los pasionistas de Centroamérica; viene desde Honduras a platicar con Mons. Romero sobre nuestra situación. El P. Vicario recoge en este documento que vamos a transcribir a continuación los puntos principales del diálogo que ese mismo día sostuvo con Mons. Romero. Él llama a estos puntos: “Análisis de la Comunidad Pasionista de Jiquilisco, con el Sr. obispo de la diócesis, Mons. Romero – Jiquilisco, 12 de diciembre de 1975”.

En este documento se expone la inquietud sobre el estado de la comunidad de Jiquilisco, apoya el diálogo con el obispo, se hacen algunos interrogantes a Mons. Romero para aclarar un poco la situación apostólica de la comunidad. Prácticamente emplaza a Monseñor a que diga si acepta o no la línea que le estamos ofreciendo o presentando; que diga si quiere o no, nuestro servicio apostólico en su diócesis.

Escuchemos este importantísimo planteamiento:

“ANÁLISIS DE LA COMUNIDAD PASIONISTA DE JIQUILISCO CON EL SR. OBISPO DE LA DIÓCESIS, MONS. Romero. Jiquilisco, 12 de diciembre de 1975:

MI SORPRESA: En todas mis visitas a la Comunidad Pasionista de Jiquilisco, siempre he admirado la unión, el buen espíritu y el compromiso eclesial de los sacerdotes: su inmejorable deseo y entusiasmo por servir a una diócesis necesitada y pobre, como es la de Santiago de María.

He admirado igualmente el espíritu de BÚSQUEDA constante, no para llevar una vida más cómoda, sino para dar la mejor respuesta a la Iglesia concreta a la que están sirviendo: búsqueda difícil, por las condiciones socioeconómicas, culturales, políticas y religiosas en las que vive la inmensa mayoría de sus feligreses. TODO ELLO, un signo evidente, para mí, de su inmejorable disposición de servicio sacerdotal.

Una demostración de lo anterior: todos ellos, sufragándose los gastos, han hecho un esfuerzo notable de puesta al día, realizando cursos de “AGGIORNAMENTO”, para profundizar aún más su compromiso, refrescar la Teología, y poder dar una respuesta más a tono con las necesidades y urgencias de la Iglesia de nuestros días.

Este esfuerzo personal, ha cuestionado constantemente sus métodos y toda su acción pastoral, más de conformidad con el Vaticano II y Medellín, y como una exigencia de la búsqueda constante del propio carisma pasionista, como nos lo están pidiendo a todos los sacerdotes el papa Paulo VI, y las conferencias episcopales, y como lo están exigiendo los miembros más conscientes de nuestras comunidades cristianas.

FRANCAMENTE, me sentía feliz, de contar con toda una Comunidad en Jiquilisco, unida, bien comprometida, ejemplar en todos los aspectos, en línea conciliar y de avanzada, capaz de presentar, en su pequeño sector, el nuevo rostro de la Iglesia querido por Juan XXIII, sobre todo a través de su labor en la PROMOCIÓN DEL LAICADO CONSCIENTE, sin la cual es imposible hoy realizar la Iglesia del Señor en esta América nuestra.

EN ESTA VISITA: Les siento preocupados. Desconcertados; y no por las dificultades inherentes a su trabajo apostólico; no por las privaciones y sacrificios de todo tipo que les impone su campo concreto de trabajo; ni siquiera por la oposición que encuentra su acción pastoral en los sectores de injusticia y explotación de los pobres y marginados… Esta oposición está prevista en el Evangelio, y cuentan con ella, la dan por supuesta.

LO QUE LES DUELE, y les desconcierta, es que dentro de la Iglesia, e incluso a nivel de Jerarquía, no son comprendidos; su trabajo es considerado sospechoso; incluso se sienten boicoteados. Esto les hace deducir, que se pretende que vuelvan a UN TIPO DE PASTORAL TRADICIONALISTA, DE SACRAMENTOS, entontecedora y durmiente de las masas, a la que ya no pueden regresar, sin traicionar el Evangelio, su propia conciencia, y al pueblo al que ya han metido en un proceso de concientización y de cambio, de vivencia crítica y comprometida de su FE cristiana.


106. «Orientación», Editorial del 23 de septiembre de 1973, nº 2036, pág. 3.

108. Testimonios: Grupo nº 1: JZE: pág. 15; y Grupo nº 2: JYV: págs. 7 y 20.

109. Testimonios: Grupo nº 2: JYV: pág. 21.

110. Jesús DELGADO, obra citada, pág. 66.

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