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Embriagado de cielo en la cuesta

EMBRIAGADO DE CIELO

EN LA CUESTA

Mauricio Vallejo Márquez

Coordinador

 

Subo la cuesta. Antes esta calle era más empinada y polvosa, se desprendían piedras y trozos de ladrillo. Hoy está asfaltada y hasta acera tiene. Justo en la esquina se erguía una cantina, tenía todo un séquito de alcohólicos que coqueteaban con la fantasía como si seducieran a una hermosa coqueta que se le escapa cada vez que tiene sobriedad.

Tantas veces que subí esta cuesta, por la madrugada, a medianoche, por las tardes. La conozco bien, tanto que incluso podría subirla con los ojos cerrados o como a veces hago: limpiando mis lentes.

La pared de ladrillos de barro me hace recordar esa ladrillera que estaba a la entrada de Tonaca, que ya no queda más que en el recuerdo.

 

Y subo, termino volando. Sueño cada vez que tomo la cuesta, tal y como lo hacían aquellos ebrios de realidad que dibujaban la fantasía al rededor del

alcohol. Yo en cambio, me embriago de cielo.

 

Ver también

«Orquídea». Fotografía de Gabriel Quintanilla. Suplemento Cultural TresMil, 20 abril 2024.