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Doña Ninfa y Esperanza

 

Por Wilfredo Mármol Amaya, psicólogo y escritor viroleño.
Pues allá por el año 1946 doña Ninfa Iraheta, hermana mayor de Esperanza Iraheta tenía un colegio llamado San Agustín, enfrente del ahora Juzgados de Zacatecoluca, dónde se daban citas a sus primeras letras la niñez viroleña, era un colegio privado, que también incluía a niñas y niños de extracción humilde, incluso de aquellos cuyos padres no disponían de dinero para pagar las colegiaturas. Una de ellas fue mi madre, María del Carmen Mármol Pacheco quien había venido al mundo en el año 1942, hija de  Ricarda Pacheco, mi abuela QDDG.

Pues mi madre contaba que su mamá se dedicaba al arte culinario, preparaba chilate y nuegados que los vendían a los pasajeros del ferrocarril, allá en la estación de calle al Espino. También preparaba frescos y todo aquello que fuera vendible,  entre estos sandía psrtida, y la niñita Carmen con delantal en la cintura se dedicaba a la venta.
Mi madre recuerda que a los seis años ya trabajaba para ayudar a la casa. Nunca dejo de trabajar y en la actualidad, a sus 78 años aún tiene su negocio de ropitas, toallas, mochilas escolares y camisones para dormir, en el mercado de Zacatecoluca. Siempre la  aprecié trabajando, de sol a sol, como ella lo recalca.
Pues en esos años de infancia, fue abordado cariñosamente por doña Ninfa Iraheta y le dijo: Negrita, ya vas a la escuela?
Carmencita ya en el uso de razón le respondió: No, no voy a la escuela, pues mi madre no tiene dinero para eso y yo le ayudo a vender para así pasarla niña Ninfa.
La maestra le volvió a decir, » dile a la Ricarda que quiero hablar con ella» y así fue.
En la primera oportunidad doña Ninfa le dijo a mamá Ricarda: mira mándame a la negrita, tu hijita, al colegio para que aprenda a leer y no se quede sin aprender. A regaña dientes, por lo que eso implicaba acordaron que iría en la mañana y luego se incorporaría a los quehaceres del pequeño negocio. Y fue así.
Mi madre tiene gratos recuerdos de esta familia y doña Ninfa y su hermana Esperanza Iraheta, significan para ellas unas grandes personas.
Doña Esperanza al pasar los años lotifico sus terrenos al costado oriente del barrio Analco, Hoy Colonia La Esperanza, en honor a su propietaria. Ojalá que todos los habitantes hayan pagado los terrenos en su totalidad, pues se dice que alguna persona se aprovecharon de la nobleza extrana de esta gran y recordada familia.
Gratitud a doña Ninfa y Esperanza Iraheta,dónde se encuentren que la paz y bendicion infinita del creador las acompañe por siempre y también a sus descendientes.
Durante la cuarentena de Coronavirus, viernes 3 de abril 2020.WMA

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