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Don Tomás Francisco Molina

 

Marlon Chicas 

El Tecleño Memorioso

Hace algunos días, participe como espectador de un emocionante encuentro futbolístico entre los equipos Azul y Oro de Roberto Moran y el Amigotes FC, en las rusticas canchas de papi fútbol del Cafetalón, coincidiendo en dicha ocasión con el réferi tecleño Tomás Francisco “Guayabita” Molina, escarapela FIFA, quien en amena plática compartió a un servidor sus inicios en dicha profesión.

Don Tomas Francisco Molina, nació en Santa Tecla el 17 de diciembre de 1928, hijo de doña Elena Molina (+), y Federico Camicciotoli (+); realizó sus estudios de primaria en la Escuela Marcelino García Flamenco y el bachillerato en el extinto Liceo Tecleño propiedad del poeta, contador, docente y periodista Rafael Góchez Sosa (+).

El apelativo de “Guayabita” surgió de una reunión de réferis en las oficinas de ANAF (Asociación Nacional de Árbitros de Fútbol), en la que nuestra celebridad tomaba la palabra repetidamente, lo que provocó que uno de sus miembros externará “Y este guayabita, tanto que habla” lo que significó ser bautizado con dicho mote a nivel nacional.

Su relación con en el deporte data de la época de su niñez en el Oratorio Festivo Centro Juvenil San Luis Gonzaga de Santa Tecla, por invitación de un amigo que lo motivó a participar de las misas dominicales, a las que asistió por curiosidad, siendo invitado posteriormente a recibir la catequesis de la primera comunión, por cual se le asignó una libreta como medio de verificación de sus asistencias a dichas charlas, lo que al final de año, era premiado con un obsequio sorpresa.

Ahí conoció al memorable hermano coadjutor Julio Gaitán, quien se convirtió en su referente espiritual, del que guarda gratos recuerdos, le gustaba jugar por diversión sin pertenecer a ningún equipo del oratorio, jamás faltó al catecismo, ya que al final de esta solía degustar de deliciosos frutos de temporada que ahí le obsequiaban, lo cual fue una de las mejores etapas de su vida.

Ejerció la carpintería con don Pedro Molina, fundador de Muebles Molina, con el maestro Chacón, así mismo en la ciudad capital trabajó con don Eduardo Casanovas, aún se le recuerda con cariño a don Tomás, en una pequeña venta de huevos ubicada en su casa de habitación en el barrio Belén.

Sus inicios en el arbitraje fue por azares del destino, ya que, era un fiel aficionado al equipo Juventud Victoria de don José Uribe, el cual militó en la tercera categoría, dicha federación exigía a sus miembros poseer canteras infantiles y juveniles, así como un representante, la cual ejerció de manera voluntaria, esta categoría era presidida por el exárbitro y exempresario radial Alfonso Rivas Cañas (+), quien obligado por la falta de fondos para el pago de réferis, encomendó y capacitó de forma exprés a los representantes de los equipos participantes en el torneo, a fin de ejercer dicho rol, quedando solo don Tomás en tal comisión.

Su responsabilidad y perseverancia le permitió ser apadrinado por Rivas Cañas, en la ANAF como árbitro aspirante, sus primeros nombramientos fueron en la categoría juvenil, don Tomas tuvo que superar varias pruebas hasta convertirse en réferi clase A, recibió su designación oficial a liga mayor a los 21 años de edad, el encuentro que lo capultó a la popularidad fue el realizado entre Juventud Olímpica y Santa Anita, en el Estadio Flor Blanca, obteniendo el reconocimiento de la prensa deportiva de esa época. Fue incluido en el listado oficial de la FESFUT ante la FIFA, otorgándole el título de árbitro internacional en 1953, finalizando su labor arbitral en 1972.

Don Tomás Francisco Molina, arbitro FIFA, un hombre con carácter ¡A la próxima, tarjeta roja señor!

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«Esperanza». Fotografía: Rob Escobar. Portada Suplemento TresMil