Consumo y pobreza

Mauricio Vallejo Márquez

Escritor y Editor

suplemento Tres mil

 

“Para solucionar la pobreza debemos consumir”, dicen algunos que  no tienen idea de lo que implica vivir con un salario mínimo o con la incertidumbre de un salario. Pero, la gente además de comer desea poseer. El problema comienza  cuando poseer algo va en detrimento de nuestra economía o de nuestra situación legal. La lamentable noción de la ideología capitalista es la principal instigadora de esta afirmación y considera que para poder sacar de la pobreza a la gente se le debe convertir en consumidora. Sin embargo, la realidad salvadoreña nos demuestra que es lo contrario. La gente al ser consumidores empobrecen, se endeudan y destruyen su futuro.

El ejemplo que nos dan las naciones industrializadas (Inglaterra, EEUU y otros) no es la misma situación que vivimos en América Latina, particularmente en Centroamérica donde la pobreza es la firme herencia de gobiernos totalitarios y represivos que mermaron la educación y el desarrollo como si hubieran apostado a que nuestras naciones continuarían en el limbo económico.

Para consumir se debe tener capital, sin este lo que se hace es limitar el presupuesto que se tenga para vivir.

Lo triste del asunto es que esta posición económica es aplaudida y puesta en práctica en muchos gobiernos. Tanto es el dogma de fe que están convencidos de que así mejorará la economía. Como sucedió con la dolarización en el país, había que gastar más y se puso al colón en un redondeo para sacarle ganancia al dólar, lo que terminó empobreciendo aún más a diferentes sectores. Un dólar tiene el costo de C 8.75 colones. Lo que antes eran C 5 colones pasó a costar un dólar y poco a poco lo que valía un colón pasó a valer un dólar. En los tiempos en que teníamos el colón había una percepción de que se gastaba menos para comer, pero gracias a la idea del expresidente Francisco Flores Pérez, ahora  debemos de vivir con el dólar y con una realidad distinta, en la que el dinero no alcanza.

¿Acaso esta gente que comenzó a gastar y consumir más, mejoró? No, las deudas fueron creciendo. Vivir en una sociedad de consumo con los escasos salarios que percibimos en este país solo trae tristeza, desesperanza, delincuencia y pobreza.

Es como si el ansia desbocada de tener solo conlleva a mayores problemas.  No es malo desear algo, lo malo es el método que se utilice para ellos. La gente llega a perder su patrimonio por un televisor pantalla de plasma. Dejan de comer por tener los zapatos de moda, llegan algunos a delinquir para tener una mayor capacidad adquisitiva.

Nuestra sociedad olvidó el valor real del dinero y lo que en verdad importa, se olvidó de la civilidad y de la moral para darle paso a esta sociedad que se desmorona a pedazos porque se debe generar una política de consumo.

Ser consumidores progresivos sería óptimo si tuviéramos los recursos justos por nuestro trabajo sin tener que sufrir por la inflación o el aumento de los impuestos, la escasez y el acaparamiento. Pero la realidad no es esa, las personas no tienen la capacidad de cumplir con sus necesidades y las de su grupo familiar.

Es seguro que una de las cosas que se pueden hacer es enseñar como gastar el dinero, sobrevivir con lo poco que se tiene como una medida paliativa, olvidarse de las cosas que se deban comprar a plazos o con tarjetas de crédito, de los préstamos. El problema es que la vida sigue, los mensajes continúan en los medios de comunicación y la gente quiere mejores y más cosas. ¿Qué hacer entonces?

En principio es darnos cuenta de que consumir no es la solución a la pobreza, sino una de las causas.

Ver también

«Orquídea». Fotografía de Gabriel Quintanilla. Suplemento Cultural TresMil, 20 abril 2024.