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Aprobar presupuesto 2020 es responsabilidad legislativa

Licenciada Norma Guevara de Ramirios

Las operaciones propagandísticas del gobierno de Bukele son el pan de cada día. La última está referida a presionar por la aprobación del presupuesto antes de diciembre.

El escenario de cambio de presidente de la Asamblea le sirvió de la mejor manera; en el momento en que el Fondo Monetario Internacional mostraba preocupación por el curso de las relaciones entre el Ejecutivo y la Asamblea Legislativa.

Pasó de la descalificación al presidente del partido ARENA, del insulto a los diputados en general y más a los del FMLN y ARENA, a pedir dialogo con todos; según su relato, el milagro de ese cambio lo produce el nuevo presidente Mario Ponce. Ahora busca borrar, momentáneamente, la imagen de una relación maltrecha entre los dos órganos de gobierno, para cumplir con el FMI y dibujar un paisaje de armonía.

La verdad es que en esencia, el FMI se da cuenta que el maltrato del presidente Bukele a la Asamblea, puede traer repercusiones en la aprobación de créditos para financiar el presupuesto y otros supuestos proyectos gubernamentales; ARENA tiene los votos suficientes e indispensables para alcanzar una mayoría calificada.

De modo que el gobierno tiene que fingir que es capaz de crear otra forma de relacionarse con la Asamblea, y en algún momento hacerlo de verdad y no como simple operación de propaganda.

La diferencia entre un organismo colegiado como el Consejo de Ministros y la Asamblea, es que Bukele, con su estilo personalista puede darle mandatos a sus ministros, pero es incierto que pueda darles mandato a 84 diputados y diputadas, aunque se reproduzcan miles de veces sus tuits con la exigencia de “apretar el botón”.

Está obligado a comprender y aprender que aprobar el presupuesto es facultad y responsabilidad de la Asamblea como órgano colegiado, integrado por una diversidad política, en la que la opinión de un presidente de dicho órgano puede incidir, pero representa únicamente un voto.

La fracción legislativa del FMLN ha puesto el dedo en la llaga de ese presupuesto, que es el primero que elabora el gobierno de Bukele, y ha señalado que hay más de 200 millones de dólares sin justificación. Esta afirmación ha sido confirmada por PROES (Profesionales por la Transformación de El Salvador) y por ICEFI, una entidad centroamericana experta en finanzas.

Ese señalamiento de las y los diputados del FMLN pone en manos de la Asamblea la responsabilidad de corregirle la plana al ejecutivo, pues al mismo tiempo que crea una bolsa negra de recursos, que de ser aprobados, el presidente podría   despilfarrar en la campaña de sus partidos (NI y GANA); también se ha señalado el desfinanciamiento de importantes programas y subsidios que afectarían a los sectores sociales con menos recursos.

Hay una clara violación a la Ley de Desarrollo y Protección Social, que obliga a financiar al menos catorce programas destinados a apoyar a las personas y sectores más necesitados; hay fraude de ley cuando se infla un presupuesto asignando “gastos financieros”, para después trasladarlos a otros usos sin aprobación legislativa, y en este punto el propio Ministro de Hacienda confesó ante la Comisión de Hacienda que era una manera de evadir la Ley de Responsabilidad Fiscal.

Se señaló desde el inicio la disminución de 9 millones en el subsidio al gas, y se agregan otras omisiones, como la disminución a la pensión a los adultos mayores en los municipios más pobres, Agricultura Familiar, Apoyo Temporal al Ingreso, Ciudad Mujer, Un niño, una Niña una computadora, programa de Alfabetización de Adultos, Jóvenes Talentos, en salud preventiva y programas para la juventud.

La Asamblea Legislativa tiene la responsabilidad de aprobar un presupuesto con financiamiento del déficit fiscal, es decir, con autorización de deuda para cubrir el déficit; pero sobre todo tiene la responsabilidad de corregir las violaciones en lo relativo a la negativa de recursos a programas sociales.

Cuando se decida la aprobación, deben reasignarse recursos. La fracción del FMLN ha presentado sus propuestas, reforzar el subsidio al gas, a la Universidad de El Salvador y otros como el apoyo a las víctimas del conflicto armado y los veteranos de guerra.

El 30 de septiembre fue el último día para presentar algo nuevo, pero las “nuevas ideas” solo aparecieron en inflar presupuestos con partidas sin sustento como gastos financieros; la ciudadanía debe estar atenta y exigir el cumplimiento de promesas, que solo son realidad si se reflejan en el Presupuesto.

Sin duda aquí mostró el tope, la demagogia de Bukele, sus familiares y amigos. En sus pedidos de endeudamiento por más de dos mil millones de dólares, antes de cumplir seis meses, se pone a prueba su famosa frase: “cuando no se roba el dinero alcanza”.

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