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El nuevo presidente de Argentina, Alberto Fernández, saluda junto a la vicepresidenta. Cristina Fernández de Kirchner, tras recibir el bastón de mando presidencial. [Foto Alejandro Pagni / AFP]

Alberto Fernández asume presidencia de Argentina

Buenos Aires / AFP

Nina Negron

De bajo perfil y alejado durante años de la política activa, Alberto Fernández asumió el martes la presidencia de Argentina, un regreso inesperado a la Casa Rosada donde durante cinco años se lució como jefe de gabinete de Néstor y Cristina Kirchner.

De centro-izquierda, moderado y pragmático, Fernández (60) ganó la presidencia en fórmula con Cristina Kirchner, un tándem que logró aglutinar a la amplia y heterogénea oposición peronista y fue la sorpresa de la campaña electoral.

Fernández se comprometió a reducir la pobreza de Argentina y aseguró que pagará la deuda con el FMI una vez que haya crecimiento, al asumir este martes el mando del país sudamericano sumido en una «catástrofe social».

«Es imposible pagar la deuda externa si no hay crecimiento. Queremos tener una buena relación con el FMI (Fondo Monetario Internacional), pero sin crecimiento no podemos pagar», señaló en su discurso de investidura.

Fernández, un peronista de centro-izquierda que gobernará hasta fines de 2023, alertó que el gobierno saliente del liberal Mauricio Macri «ha dejado a la nación en una situación de virtual default».

A cambio de un severo ajuste fiscal, el FMI otorgó en 2018 un crédito por 57.000 millones de dólares a Argentina, de los cuales el país ha recibido hasta ahora unos 44.000 millones. La deuda total ronda los 315.000 millones de dólares, casi 100% del Producto Interno Bruto.

– «Superar el hambre» –

Fernández dijo que le gustaría «ser recordado por haber sido capaces de superar la herida del hambre en Argentina», un país en plena crisis económica, que cerrará 2019 con una inflación de alrededor de 55%, una pobreza cercana a 40% y una caída del PIB de 3,1%.

«Los únicos privilegiados serán quienes han quedado atrapados en el pozo de la pobreza (..) 15 millones sufren de inseguridad alimentaria en uno de los mayores productores de alimentos. Argentina tiene que poner fin a esta catástrofe social», advirtió el flamante presidente, que en la ceremonia estuvo acompañado por su hijo Estanislao, de 24 años, y su novia, Fabiola Yáñez.

El flamante mandatario recibió la banda presidencial y el bastón de mando de parte de Macri en el Congreso. Una escena muy diferente a la de hace cuatro años, cuando Cristina Kirchner dejó la presidencia un día antes de lo previsto y Macri fue investido por el presidente provisional del Senado.

Los únicos mandatarios extranjeros presentes fueron el cubano Miguel Díaz-Canel, así como los de Paraguay, Mario Abdo Benítez; y de Uruguay, el entrante Luis Lacalle y el saliente Tabaré Vázquez.

Contrariamente a los rumores, no estuvo en el acto el expresidente boliviano Evo Morales, a quien Fernández ofreció asilo ante lo que él mismo calificó como un golpe de Estado en Bolivia.

El presidente Jair Bolsonaro, de Brasil, no asistió pero desde Brasilia le deseó a Argentina que «le vaya bien» con su nuevo mandatario, con quien mantiene una fuerte pugna ideológica, aunque le auguró «más dificultades» que a Brasil.

Pese a los llamados de unidad de Fernández, no será fácil superar la llamada «grieta» que divide a los argentinos.

«Todas y todos debemos despojarnos del rencor que cargamos, volvamos a ganarnos la confianza del otro», clamó el nuevo presidente.

Argentina, que en 2001 vivió su peor crisis, con el mayor default de la historia, cinco presidentes en una semana y saqueos y disturbios que dejaron una treintena de muertos, se esfuerza por evitar otro estallido, en especial cuando países cercanos como Chile, Bolivia, Ecuador o Colombia atraviesan por duras protestas ciudadanas.

– «Liberal, progresista, peronista» –

En su discurso de investidura, pidió «que todas y todos seamos capaces de convivir en la diferencia y que reconozcamos que nadie sobra en nuestra nación, ni en su opinión, ni en sus ideas, ni en sus manifestaciones».

Fernández ha dicho que se siente «un liberal de izquierda, un liberal progresista».

«Creo en las libertades individuales y creo que el Estado tiene que estar presente para lo que el mercado requiera. Y soy un peronista. Estoy inaugurando la rama del liberalismo progresista peronista», aseguró.

También le gusta resaltar su amistad con los gobernantes o exgobernantes de izquierda de América Latina, como los brasileños Luiz Inácio Lula da Silva y Dilma Rousseff, el uruguayo José «Pepe» Mujica, el boliviano Evo Morales y el mexicano Andrés Manuel López Obrador.

– «Fiesta de todos» –

El centro de Buenos Aires se colmó de partidarios. Miles de personas con pancartas y banderas argentinas caminaron desde el Congreso hasta la Casa Rosada, acompañando la ruta del nuevo presidente peronista que culminó con su asunción en el cargo.

Bajo temperaturas extremas del verano austral en el Río de la Plata, hombres y mujeres de todas las edades cantaban y bailaban al ritmo de la cumbia local. Muchos también lloraban abrazados de sus amigos y familiares.

«Tengo una alegría inmensa después de cuatro años», dijo Wendy Fernández, una estudiante de abogacía de 24 años.

Fernández, abogado de 60 años que fue jefe de gabinete de Néstor y de Cristina Kirchner entre 2003 y 2008, llegó al Congreso al volante de su propio auto. Kirchner, de 66 años, juró a su vez como vicepresidenta y asumió la presidencia del Senado. La expresidenta, que tiene un juicio oral en curso por presunta corrupción y varias causas abiertas, se mostró muy cercana al mandatario, durante toda la ceremonia.

«Estoy esperanzado con Alberto y con Cristina, todos tenemos la sensación de que vuelve por fin un gobierno que escucha al pueblo, la bandera argentina es lo que nos une a todos hoy, esto es una fiesta para todos», comentó Emanuel Bonié, un profesor universitario de 53 años.

– La justicia y Venezuela –

Entre sus declaraciones más polémicas, cuestionó las causas judiciales contra Kirchner, pues sostiene que se trata de una persecución política.

«(Rafael) Correa en Ecuador, Lula (Da Silva) en Brasil y Cristina, en Argentina, todos son víctimas de un sistema judicial que articularon para perseguir a los líderes populares», ha dicho.

Al asumir este martes, Fernández anunció que en los próximos días presentará ante el parlamento un proyecto para «una integral reforma del sistema federal de justicia».

También provocó controversia su posición sobre Venezuela, luego de que dijera que en ese país no hay una dictadura, aunque sí un «gobierno autoritario», y anunciara que en su presidencia Argentina adoptará una postura más similar a las de México y Uruguay, que reconocen a Nicolás Maduro como presidente y favorecen un diálogo interno.

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