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A PROPOSITO DE LA MEMORIA

Por licenciada Norma Guevara de Ramirios

Escribo estas líneas pensando y agradeciendo a tantas y tantos que se entregaron en vida a ser solidarios y a luchar pensando siempre en que es posible un futuro mejor para nuestro pueblo.

Parto de un dialogo con un compañero que comunicaba la muerte de un veterano, le comenté de dos que recientemente habían sido sepultados.

Me referiré  en esta ocasión a lo aprendido la tarde del pasado 18 de enero durante un humilde y significativo sepelio, el de una mujer de 95 años: Evangelina García Ramirios.

Era madre de siete hijos, fallecidos unos (asesinados en los años 80), en el exterior otras y sus descendientes; sus últimos años,  hasta la hora de su muerte, le acompañó el menor de sus hermanos.

Eva, como le conocían, era la mayor de 7 hermanos,  cinco mujeres y dos hombres. De padre comunista y una familia de luchadores y luchadoras que caracteriza al amplio movimiento revolucionario de nuestro querido El Salvador.

Durante su entierro le acompañamos unos pocos familiares, un par de amigas, y por internet, estaba la presencia de familiares, hijas y nietas en Europa y Norte América; se escucharon canciones de su época, y  hubo lágrimas contenidas  de su hermano menor.

Sobrinas y su hermano dijeron varias verdades de la vida de ella; de su contexto familiar, social y político en el que transcurrió su vida. La última canción, la que ella  gustaba escuchar, el “corrido a Monseñor Romero”.

Se recordó la época en que el novio robaba a la novia, la violencia padecida por el machismo de su marido; el desacuerdo de los padres, la migración interna, la participación política y la discriminación del entorno social por ser, ella y sus hermanas, hijas de comunistas.

Era la mayor, pero antes fallecieron sus hermanas, Rita (madre de  una desaparecida y un caído en combate); Ester; Juana y Julia. Todas con hijos participantes de distinta manera en la lucha revolucionaria a lo largo de décadas.

Me conmovió la lectura de un mensaje de una nieta enviado desde Suecia; los recuerdos de una de sus hijas sobre la captura vivida un 12 de octubre junto a su madre y a Miguel Mármol, en una escuela campesina que tenía el Partido Comunista de El Salvador (PCS).

Su hermano menor hizo reseña de una mujer trabajadora y luchadora, que realizó distintas actividades para ganar y asegurar ingreso para mantener su familia, ayudar a otros, incluso a una niña sin familia, durante los años más duros del conflicto armado.

El relato dirigido a sobrinos jóvenes sobre la vida de aquella mujer de rostro severo, de quien antes escuché historias sobre la forma en que arrebató a otro hermano de las manos de policías y “orejas”, me trasladó a recordar tantos otros casos de mujeres valiosas que han sido y son parte de la lucha de nuestro pueblo.

De esas personas, que sin reclamar autorías, ni compensaciones o reconocimientos, se entregaron generosamente a construir y apoyar la construcción de las distintas expresiones organizadas con que se tejió la mayor organización que este país ha tenido: el Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional.

Recordamos a los más recientes y ausentes luchadoras y luchadores, como Roger Blandino Nerio, Tomás Minero, Margarita Posada, Pavel Murga, Meco, Omar, Gabino, Ismael Recinos, Inmar Reyes, Isaura García Ruiz y tantos otros y otras compañeros, conocidos, amigos.

Cada compañero o compañera tiene consigo una historia, valiosos aportes en distintos escenarios y momentos que el proceso de lucha registra; constituyen sus vidas y sus aporte una parte de la memoria, porque cada logro de un pueblo es producto de la suma de esfuerzos

A la entrada del milenio que corre, el Papa Juan Pablo II invitó a recordar con gratitud el pasado, vivir con pasión el presente y abrirnos con confianza al futuro, y en las actividades para celebrar los 30 años de la firma de la paz, se registra esa esperanza, con la fuerza de la memoria se podrá asegurar ese futuro mejor.

La semana pasada afirmé en este espacio que fracasará el oficialismo al pretender sepultar la memoria de nuestro pueblo sobre sus luchas y, escuchando la historia de una mujer que simboliza a miles de mujeres luchadoras, las referencias de sus familiares en una tercera y cuarta generación, lo reafirmo.

Recordar es agradecer y fortalecer la convicción de que, por grandes que sean las dificultades que enfrenta nuestro país frente a un régimen dictatorial, el pueblo encontrará los caminos y forjará en su lucha a los colectivos y a sus mejores representantes para sacar adelante a nuestra Patria.

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