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30 AÑOS DE ACUERDOS DE PAZ: LA MAYOR REFORMA POLÍTICA

Por Licenciada Norma Guevara de Ramirios

El 16 de enero de 1992 se firmaron los Acuerdos de Paz entre el FMLN y el gobierno de Alfredo Cristiani, bajo los auspicios de  la ONU, su Secretario General y la generosa hospitalidad del gobierno de México.

El pueblo salvadoreño anhelaba esos acuerdos que ponían fin a 12 años de confrontación armada, que a la vez, desmontaban la institucionalidad de una dictadura de 60 años y,  abrían el camino a la democratización del país con el surgimiento de la mayor reforma política después de la independencia patria en 1821.

Ahora, a 30 años de la firma de aquellos Acuerdos, y a la mitad de un mandato presidencial del partido GANA y Nuevas Ideas, los usufructuarios de aquellos acuerdos se empeñan en desmontar la democracia que tanto sacrificio costó a generaciones de salvadoreños,  para resucitar la dictadura con nueva cara.

Con los Acuerdos se transformó la Constitución para dar espacio a la real división de poderes, se reformó la fuerza armada, se creó la Policía Nacional Civil, el Tribunal Supremo Electoral, la Procuraduría para la Defensa de los Derechos Humanos, el Consejo Nacional de la Judicatura; se otorgó un presupuesto al órgano judicial para liberarlo de la perniciosa incidencia de cualquier gobierno de turno en la administración de justicia, se eliminaron cuerpos represivos del ejército y  paramilitares.

En los acuerdos se estableció crear un decreto para acelerar el tiempo en la transformación del FMLN a partido político, de manera tal que  pudiera participar en las primeras elecciones después del conflicto.

Las generaciones más jóvenes tendrán que dedicar bastante tiempo para informarse de cómo era la vida, la realidad política y las instituciones antes de los Acuerdos de Paz para poder dimensionar la importancia de los mismos. Muchas cosas que se dan por sentado no existían antes de los Acuerdos de Paz.

El gobierno Bukele y su grupo gobernante representa la contra reforma. Niega el valor de los Acuerdos y ha concentrado el poder, destruido instituciones, recrea un régimen de dictadura.

Hoy hay presos políticos, intolerancia en vez de comprender el derecho a la existencia de diferencias naturales, hay represión y miedo en muchos sectores, abundan los desaparecidos y se hace uso patrimonial del Estado y se concentra, con total descaro, el control de los distintos órganos de gobierno e instituciones importantes.

Se anulan conquistas ganadas en el marco de la joven democracia, como el derecho a la información pública, la libertad de expresión, organización, movilización y hasta la libertad religiosa.

Ahora los diputados oficialistas, y el presidente, anuncian los actos que ejecutarán los jueces, y la fiscalía,  manipulan las instituciones para perseguir opositores o a cualquier persona que tenga  una posición crítica.

Esta realidad obliga a que retomemos la mayor obra transformadora del pueblo, la contenida en sus Acuerdos  de Paz, y  encaremos el acelerado ritmo de la nueva dictadura. Ese desafío, insuficientemente asumido todavía, tarde o temprano será la ocupación de las mayorías, como lo fue la conducta del pueblo ante la vieja dictadura.

Aquél memorable 16 de enero de 1992, en el Palacio de Chapultepec, México, y en las Plazas Libertad y Cívica desfilaron ríos de pueblo sin distingo de preferencias políticas. Nació la esperanza.

Vino la contradicción de posturas, entre la transición neoliberal y la transición democrática, pero jamás, antes de la llegada de Bukele, se retrocedió tanto como hoy.

Los ciclos de la historia colocan al país ahora en esta circunstancia, otros que juzguen las causas, pero para patriotas verdaderos, para los luchadores por la justicia, por los derechos humanos, por un país justo, solo queda empeñarnos en recuperar lo que el gobierno autoritario, dictatorial y neofascista nos ha venido arrebatando cada semana y cada día.

Los acuerdos fueron firmados por pocos salvadoreños y pocos representantes de la solidaridad mundial que acompaño la heroica lucha del pueblo salvadoreño, pero los hicieron posible el  sacrificio de cientos de miles a lo largo del tiempo. Como lo dijera el compañero Schafik Hándal en  el discurso del 16 de enero, al referirse al camino y método de concertación que encierran los Acuerdos: “ Desde ahora la nación entera asume el protagonismo de su propia transformación”.

De manera que los cambios positivos, que a lo largo de 30 años logramos los salvadoreños, y ahora el reto de revertir los retrocesos, requieren nuevamente el protagonismo del pueblo; y, sin duda, está ya iniciando ese duro camino.

Honor y gloria a todos los héroes y mártires, de todos los sectores que lucharon por hacer posible los Acuerdos de Paz. Esos Acuerdos son nuestros, defendámoslos.

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