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Verónica, histórica militante revolucionaria del PRTC, muere la mañana del domingo 3 de agosto de 2025 en Concepción, Chalatenango. Foto Diario Co Latino/Archivo.

Verónica: memoria y lucha de una revolucionaria del PRTC-FMLN

“El lugar era estratégico: alto, seguro, ideal para reuniones de compañeros de Cerros de San Pedro, Guazapa y nosotros, del Cañal. Fue emblemático: por primera vez nos dijeron que Dios no existía… y algunos renunciaron. Verónica era la única mujer presente. Decía lo que pensaba, aunque incomodara. Era dulce y camaraderil, pero cuando defendía una postura, lo hacía con firmeza”.

 Oscar Martínez

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La noticia cayó como una lluvia intensa de agosto. El “Chele” Emilio y el “Negro” Bladimir ya estaban al tanto: Verónica, histórica militante revolucionaria del PRTC, había muerto la mañana del domingo 3 de agosto de 2025 en Concepción, Chalatenango.

El Chele Emilio recuerda haberla conocido durante la guerra, en Tres Calles, Usulután. Allí coincidieron con Chano Guevara, de la Resistencia Nacional (RN), y Rebeca Palacios (Lorena Peña), de las Fuerzas Populares de Liberación (FPL), antes de dirigirse hacia San Vicente.
“Así comenzó una relación fraterna que duró décadas. Ayer le mandé un mensaje… no lo abrió, no me contestó. Supuse que se había ido a México a buscar al Negro, que le había prometido ayudarla con su tratamiento. Descansa en paz, compañera Verónica”, dijo. Verónica o María, eran los nombres de guerra de Margarita Villafranco.

Bladimir, veterano militante de la vieja guardia, la conoció en 1974, cuando ella y el comandante Sebastián Guevara visitaban la zona del Cañal, en el oriente del país. Allí se realizaban reuniones clandestinas de formación política con figuras como Juan Antonio Gómez, Nidia Díaz, Luis Adalberto Díaz, José Lorenzana (Humberto Mendoza) y Federico Castillo (Antin).
“El lunes pasado me escribió contenta: ya le habían dado la visa para venir a México. Teníamos un plan para tratarla del cáncer. Ya tenía boleto y la esperábamos para el 13 de agosto… pero la muerte llegó antes”, lamenta Bladir.

En los años setenta, El Salvador hervía en agitación política. La represión estatal contra sindicatos, campesinos y estudiantes crecía con violencia. El fraude electoral de 1972 contra la coalición Unión Nacional Opositora (UNO) convenció a muchos de que la vía democrática electoral estaba cerrada. Entre 1973 y 1975 surgieron núcleos insurgentes que apostaban por la vía armada, como las Ligas para la Liberación (LL), mencionadas por Bladimir, cuyo objetivo era unificar el esfuerzo político del Partido Revolucionario de los Trabajadores Centroamericanos (PRTC) y formar cuadros para las filas guerrilleras.

Pero no todo era unidad. “El movimiento estaba dividido: unos seguían confiando en la vía electoral, otros apostábamos por la lucha armada. También había corrientes militaristas y hegemonistas; las rupturas eran inevitables. Nosotros comenzábamos con el proyecto de Liga para la Liberación”, recuerda. De esas divisiones surgirían organizaciones como el Ejército Revolucionario del Pueblo (ERP) y la RN, que más tarde se integrarían en el Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMLN).

Uno de los recuerdos más vivos de Bladimir es un curso de formación política impartido por Lorenzana (Mendoza) durante Semana Santa, en la cumbre del volcán Chinchontepec, San Vicente.
“El lugar era estratégico: alto, seguro, ideal para reuniones de compañeros de Cerros de San Pedro, Guazapa y nosotros, del Cañal. Fue emblemático: por primera vez nos dijeron que Dios no existía… y algunos renunciaron. Verónica era la única mujer presente. Decía lo que pensaba, aunque incomodara. Era dulce y camaraderil, pero cuando defendía una postura, lo hacía con firmeza”.

En plena guerra, Verónica fue de las pocas que cuestionó el machismo dentro de su propia organización. Junto a Arlen Siu y otras militantes, impulsó el Movimiento Salvadoreño de Mujeres (MSM) y el Movimiento de Mujeres Salvadoreño (ASMUSA) en los frentes de guerra del PRTC. “Nunca supe qué había estudiado; por seguridad no hablábamos de eso. Tenía trato cariñoso, pero carácter fuerte en las discusiones políticas”, recuerda Bladimir.

Su presencia no pasaba desapercibida. “Todos decíamos que era la más guapa del partido”, admite, “pero su atractivo nunca opacó su capacidad política ni su entrega a la causa. Desde los setenta, se organizó, atravesó toda la guerra y siguió militando después de los Acuerdos de Paz, aunque coincidíamos en que esos acuerdos dejaron deudas profundas con el pueblo”.

En sus últimos meses, Verónica enfrentó al cáncer. Desde México, Bladimir y Lupita preparaban todo para recibirla, cuidarla y acompañarla en su tratamiento. No alcanzó a llegar.

Hoy, la recordamos, no solo como combatiente, sino como una mujer que abrió caminos para la organización política de las mujeres y mantuvo una actitud crítica dentro del partido. Su nombre queda ligado a una generación de mujeres luchadoras del siglo XX que creyó posible un país distinto y mantuvo lealtad a sus ideales centroamericanistas y socialistas.

Con Verónica nos conocimos a principios de los años ochenta, en el local del Movimiento de Liberación Nacional (MLP) de la Universidad de El Salvador (UES). Años después, nos volvimos a encontrar bajo los estruendos de las explosiones, en Soyapango, durante la ofensiva de 1989, hasta el tope y punto…Febe Elizabeth Vive. Entre el humo y el silbido de las balas, las granadas y las bombas, le entregaba un informe verbal sobre la situación de nuestras fuerzas con un croquis hecho a mano en donde marcaba dónde estábamos y dónde estaba el enemigo. Me quedo viendo y se acercó y me dijo: -No se ahueve. No tenga miedo.
Esos cipotes que ve allí… son arrechos, vienen de los refugios de Honduras. Así como los ve, son buenos para combatir. Por eso le digo que tenga confianza. Aquí estamos definiendo el futuro de El Salvador. Vea la situación desde lo político y lo militar para que tenga una mejor perspectiva de la correlación de fuerzas…” regrese a su posición”.

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