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Tipping points para la teología

Un futuro teológico ante la emergencia climática

Stefan Silber 

Universidad Católica de Paderborn, Alemania

Tomado de la Agenda Latinoamericana

¿Puede haber tipping points en la teología? ¿Podemos imaginarnos puntos de inflexión que cambian todo el pensamiento teológico, y que resultan ser irreversibles? ¿Puede haber momentos de crisis teológicas sin retorno, que debemos atravesar para llegar a una comprensión más auténtica y más liberadora del mensaje cristiano para nuestro tiempo? Yo creo que estos puntos del no retorno existen también en la teología. Quizás no existan a un nivel general o abstracto, porque en el pensamiento mucho es reversible. Sin embargo, a nivel personal, una vez que hayamos cruzado el umbral de estos tipping points, no podremos volver atrás, porque nos pareciera profundamente deshonesto hacerlo. Estoy convencido, además, que debemos pasar por varios de estos puntos teológicos del no retorno para crear teologías capaces de contestar a los desafíos ecológicos actuales. Presentaré tres de ellos que me parecen sumamente importantes.

1. Descentrar la teología

Nuestra teología hasta ahora se ha centrado mucho en la relación entre Dios y el ser humano y en las relaciones entre los humanos. Debemos ampliarla para tener en cuenta la totalidad de la creación. Los humanos no somos lo más importante ni lo primero en la creación. “Todo está entrelazado, como si fuésemos uno”, cantaron los miembros del Sínodo Panamazónico en 2019. Por esto, el grito de la hermana madre Tierra es el grito de Dios mismo presente en su creación. El grito de nuestras hermanas y hermanos pobres es el mismo grito, el clamor de Dios que nos llama a escucharlo y convertirnos. El desastre climático es un reto teológico: ¿Cuál es la respuesta que podemos dar en nombre de nuestra fe frente a este clamor divino?

No es suficiente dar respuestas a los desafíos humanos, aunque éstos pueden ser graves y difíciles de solucionar. Si todo está relacionado, los retos ambientales son problemas que nos afectan inmediatamente a los humanos, y en primer lugar afectarán a los más vulnerables entre nosotros.

Es más: la teología ecofeminista nos advierte, que la fuerza ideológica que somete a las mujeres y explota a los pobres es la misma que exprime y destruye la ecología. Descentrar la teología desde la atención al ser humano, idealizado como varón blanco, europeo, heterosexual, sano y de clase media, nos permitirá reconocer y valorar teológicamente la pluralidad de seres vivientes y materiales en nuestros ecosistemas globalmente interrelacionados. Asimismo, no solamente el objeto de la teología debe ser descentrado: también los actores, los lugares, los procesos y los métodos de hacer teología necesitan liberarse del cautiverio del centralismo teológico que hemos venido agudizando durante siglos. Mientras el Concilio Vaticano II dio unos primeros pasos hacia una Iglesia policéntrica, nos falta mucho por recorrer para llegar a una teología descentrada y abierta hacia la realidad ecológica polifacética y complejamente entrelazada.

2. Descolonizar la teología

Por esto, además es necesario descolonizar la teología. A pesar de la independencia política de la mayor parte de América Latina en los dos últimos siglos, no existe una independencia del pensamiento ni de la teología. Los estudios poscoloniales y decoloniales nos hacen ver cómo el pensamiento europeo, el modo de ver la realidad y de organizar la economía, la política y la cultura de los colonizadores, sigue marcando las culturas latinoamericanas.

La filosofía europea está precisamente en la raíz de la emergencia ambiental que estamos atravesando en este momento, con el mito neoliberal del crecimiento ilimitado, con el extractivismo irrespetuoso, con la soberbia humana (y masculina) de someterse todo y a todos, para saciar la codicia insaciable del lucro.

Audre Lorde, feminista afroamericana, llama a abandonar los instrumentos teóricos de los dominadores, porque “las herramientas del amo nunca desStefan Silber Universidad Católica de Paderborn, Alemania Un futuro teológico ante la emergencia climática 167 truirán la casa del amo”. Por esto debemos cruzar el umbral de la destruirán la casa del amo”. Por esto debemos cruzar el umbral de la descolonización y abandonar las teologías que nos trajeron a esta emergencia ecológica.

A modelo de la filosofía europea, la teología tradicional se preocupa de esencias inmudables, de verdades eternas y de valores abstractos sin tomar en cuenta a los cuerpos vivos y vulnerados de los seres humanos ni al cuerpo maltratado y violado de la hermana madre Tierra. La teología europea muchas veces nos enseñó a un Dios separado del mundo y no tanto un Dios hecho persona humana, hecho tierra, aliento y agua, quien sufre lo que la creación está sufriendo. Tampoco debemos condenar la teología europea por completo. Hay que reconocer lo bueno que se hizo y se está haciendo. Pero es preciso rechazar la soberbia eurocentrista, el sexismo y el racismo que la marcaron durante muchos siglos, y su complicidad con el colonialismo y la explotación neoliberal y extractivista. Pensadores decoloniales como Wálter Mignolo nos invitan a ser “epistemológicamente desobedientes”: podemos resistir el modo de producir teologías que no nos ayudan a salir de la emergencia ecológica. Las alternativas existen, solamente hace falta prestarles atención. Y en los casos que no existieran las alternativas teológicas: podemos crearlas.

3. Admitir y crear teologías alternativas Ya desde hace muchos años, la teología latinoamericana está construyendo alternativas teológicas.

Es preciso continuar en este camino para descentrar y descolonizar cada vez más la teología y convertirla en una herramienta cada vez más útil para responder a los desafíos actuales.

Con motivo del sínodo panamazónico, las teologías indígenas han demostrado que ellas tienen respuestas importantes para la crisis ambiental que debemos escuchar y apreciar. Los pueblos indígenas viven desde la interrelación entre todo lo creado.

Ellos saben que no solamente todo es sagrado, sino que los humanos somos parte de este tejido divino de la creación. Si destruimos el bosque, destruimos a nosotros mismos. Si respetamos el agua, respetamos a nuestros hijos y nietos. Si cuidamos de la tierra, cuidamos de nuestros ancestros. Todo está entrelazado, como si fuésemos uno. Las diversas teologías feministas nos llaman la atención (entre otras cosas importantes) sobre la vulnerabilidad de todo lo que existe: es precisamente esta vulnerabilidad la que nos permite la relación, el amor, el cuidado y la responsabilidad. También en lo vulnerable todos estamos relacionados: si violamos a otro ser, destruimos el equilibrio ecológico y nos dañamos a nosotros mismos. Vulneramos a Dios mismo, quien se convirtió en un ser vulnerable como nosotros. En la actualidad, existe un sinfín de alternativas teológicas que tratan de superar la dependencia colonial del modo tradicional de producir teología. La teología queer nos recuerda que la conversión metodológica de la teología nunca podrá tener límites: cada nueva construcción teológica tendrá sus limitaciones, producirá sus propias exclusiones. Por esto es preciso cuirizar fundamentalmente la teología y prescindir de elaboraciones sistemáticas y dogmáticas. Hacer teología queer significa entrar en espacios alienantes, resistir las tentaciones de adaptarse y construir una teología profética que denuncia las exclusiones. Significa además no habitar estos espacios, sino salir a tiempo para transgredir otros umbrales.

Puntos de no retorno en la teología

Cuando se pasa un punto de inflexión – en los modelos climáticos – las consecuencias no son previsibles, y muy probablemente serán caóticas. En la teología pasará lo mismo. No podemos saber lo que puede suceder cuando nos atrevemos a cruzar los umbrales de los puntos de no retorno.

En la historia reciente de la Iglesia, hubo intentos de revertir los tipping points: volver al tiempo antes del Concilio y de Medellín, olvidarnos de la Teología de la Liberación, deshacer la liberación de la teología. Las medidas de represión pueden construir la apariencia de que esto es posible. Las biografías teológicas demuestran, sin embargo, que el retorno es imposible. Al contrario: como todo está interrelacionado, el paso de un punto de inflexión inducirá al paso de otros. Este es el sentido del enfoque interseccional. El cambio provocado por el punto de inflexión nos obligará a acercarnos también a otras perspectivas críticas y nuevas alternativas metodológicas. Y esto es bueno. El futuro teológico nos parecerá caótico, pero nos promete esta esperanza: nos ayudará a construir herramientas capaces de sanar y cuidar nuestra casa común.

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