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Rolando Alvarenga
Será porque la época navideña del fin de año es propicia para los sueños y algunas pesadillas, pero una noche de estas estaba soñando conque un “tsunami de votos” arrasaba antes de los Juegos Olímpicos de Tokio 2021, con la actual cúpula del Comité Olímpico, cuyo titular ya tiene doce años de estar allí y todavía no gana la primera medalla olímpica mayor; no construye la Casa Olímpica y tampoco el Centro de Alto Rendimiento. Además, no es tan rápido, tan alto y tan fuerte a la hora de reaccionar en auxilio de los atletas atrapados en la desgracia. Por ejemplo los afectados por la pandemia del COVID-19; el karateca preolímpico lesionado de meniscos, Jorge Merino y más recientemente a la accidentada tenimesista seleccionada mayor, Emme Arias. No vaya a ser para turistear que allí sí están en primera línea esperando el tren para los Juegos de Tokio 2021.
Pero creo que según mis proyecciones y creo que también de una buena cantidad de miembros de la gran familia deportiva, se van a quedar con las ganas olímpicas, porque de acuerdo a mi sueño o pesadilla, un “tsunami de votos” arrasará y purgará a esta cuestionada cúpula ejecutiva. Por una razón bien sencilla: Sí al deporte ha llegado una dinámica estatal agresiva y apostando fuerte, es obvio que debe recibir una compaginación y labor olímpica acorde a una nueva realidad.
Extraoficialmente mis sabuesos me han soplado algunos nombres de los que se lanzarán al rescate, pero no puedo divulgarlos para no ser acusado de “campañero”. No obstante, de una cosa estoy muy seguro: llegue quien llegue, siempre será lo mejor y más saludable para aspirar a un cambio dirigencial en la política deportiva olímpica. ¡Es justo y necesario!
