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Solucionar problemas y no agrandarlos

José M. Tojeira

Si dijéramos que la labor de los políticos es solucionar problemas y no agrandarlos, todos, incluidos los fanáticos de cualquier partido, dirían que así es la cosa. Y por supuesto acusarían a los partidos del margen contrario u opuesto de ser ellos los que agrandan los problemas. En realidad, casi todos los gobiernos resuelven algunos problemas o los aminoran. El problema es cuando se permite que algunos problemas crezcan o permanezcan básicamente estancados, o con tan ligeras soluciones, que se provoca la persistencia del sufrimiento de demasiadas personas. Hace 55 años un texto del Concilio Vaticano II de la Iglesia católica, aprobado por más de 2.300 obispos, decía: “Resulta escandaloso el hecho de las excesivas desigualdades económicas y sociales que se dan entre los miembros o los pueblos de una misma familia humana. Son contrarias a la justicia social, a la equidad, a la dignidad de la persona humana y a la paz social e internacional”.

En El Salvador llevamos demasiado tiempo con los mismos problemas de desigualdad grave y casi siempre creciente. Estamos tan acostumbrados a la desigualdad que ya casi no nos parece escandalosa. A veces incluso basta con que algún político con buena imagen diga que va a arreglar todos los problemas para que le creamos. Y al final las cosas continúan igual. Estos tiempos de pandemia, nos lo dicen todos los estudios, puede agravar la desigualdad. También pueden constituirse en un  reactivo para empezar un nuevo proceso de enfrentamiento con la situación e impulsar la construcción de un nuevo orden social más justo, equitativo e inclusivo. La dificultad en El Salvador reside no solo en el atraso que tenemos en la lucha a favor de reducir la desigualdad, sino que no tenemos todavía proyectos serios para trabajar en la reducción de la misma. Desde que se eliminó el Ministerio de Planificación Económica y Social para el Desarrollo, los trabajos en favor del desarrollo han sido limitados o, en ocasiones, formulados sin el adecuado respaldo económico que permitiría impulsarlos en el largo plazo.

Hoy la pandemia nos relanza hacia la desigualdad. Un informe de la CEPAL nos muestra las dificultades que tenemos en la utilización de internet para impulsar una educación de calidad. A partir de ese informe podríamos asegurar más de un 60 % de los hogares no disponen de la conectividad apropiada para darle un seguimiento serio a los procesos educativos. Mientras un sector logrará mantener una relativa excelencia a través del estudio en internet, la gran mayoría sufrirá un severo retraso al no disponer de los medios adecuados. Dado que la educación es uno de los medios más efectivos para reducir la desigualdad, esta aumentará todavía más. Todos los años la PAES nos termina diciendo que existe una severa desigualdad en el sistema educativo. Si ahora, en un momento en que no disponemos de los medios adecuados, ni están estos debidamente universalizados, la educación se complejiza al tornarse repentinamente de presencial a virtual, los resultados no pueden ser buenos.

La desigualdad está presente en la educación, pero también en el ingreso, en el acceso a la salud, a la vivienda e incluso en el acceso al agua, por mencionar solamente unos pocos ejemplos. Que la desigualdad aumente no ayuda ni a la paz social, ni a la justicia, ni a la convivencia democrática. Tomar medidas enérgicas que tiendan a reducir la desigualdad es urgente. La renta básica para los sectores de bajos ingresos, la universalización del acceso a internet, incluso con gratuidad del uso en las zonas más empobrecidas del país, una mayor inversión en educación y en salud, suprimiendo en esta última el sistema de doble servicio de salud para quienes cotizan y quienes no pueden cotizar, invertir y planificar una mejor atención a la primera infancia, universalizar el bachillerato, facilitar el ingreso a las universidades de los sectores agrícolas y suburbanos son algunas de las medidas que el Estado tiene que considerar en algún momento, en vez de pensar, con una enorme cortedad de miras, que los problemas de salud se arreglan dando más protagonismo a la ANEP en la dirección del Seguro Social. Avanzar hacia la desigualdad hoy solo significará mayor dolor para mañana. Ojalá la pandemia nos ayude a reflexionar.

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