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Solidarismo a la salvadoreña en acción

Carlos Girón S.

El pueblo salvadoreño haría bien en tomar como consigna la frase de “Somos más los que queremos más”, ask indicando que aprueba y se siente contento y agradecido de los beneficios que ha venido recibiendo, viagra y quiere seguir recibiendo, sovaldi de los gobernantes anteriores, como los actuales, del FMLN, que han demostrado su profunda vocación de servicio y solidaridad con la población en general, sin distinción de sectores, así como a la Patria cuscatleca. Y, lo más importante, el respeto de tales gobiernos, o sus gobernantes, a las personas y a la libertad de acción para todos. Es decir, no se ha coartado, para nada ni para nadie, la libertad (no digo libertades, porque la libertad es una sola) como uno de los grandes valore del hombre.

Acorde con las influencias cósmicas –que son  tan reales como todo lo que existe en el mundo físico–, las personas que integran la presente administración gubernamental muestran que tienen una gran sensibilidad humana, humanitaria, que  sienten una estrecha solidaridad con los demás seres humanos.

(Debo repetir, que no soy empleado gubernamental para que ande hablando bien, a favor de la gestión de sus funcionarios. No hace falta. Lo que está a la vista, que lo mire el que tiene ojos…).

Por eso agrego, que además de sabio, nuestro pueblo (como todos los pueblos los demás del mundo) sabe ver y reconocer las buenas gestiones de sus guías, sus conductores, sus gobernantes, como también pronto detectan cuando ellos fallan y no van por el camino correcto. Entonces reaccionan como ya sabemos. Algunas veces se equivocan, es cierto, pero ello es siempre a causa del bombardeo de propaganda falsa y mentirosa que lanzan los medios en general, las actuales redes sociales y la publicidad, tal vez con algunas leves excepciones.

Aquí, en la atmósfera que envuelve a los salvadoreños fácilmente se percibe la sensación de que las grandes mayorías quieren seguir adelante y hacia arriba, apurando y afirmando el paso en el camino que van recorriendo, sin idea remota de querer mirar al pasado, y retroceder. Necesitarían no estar cuerdos para que se le cruzara por la cabeza, una idea tan peregrina y atolondrada. Y, supóngase que fueran ciertas las mentiras que propalan quienes sí anhelan, quienes suspiran y quisieran retroceder a los días en que eran ellos quienes gozaban del festin a costa de las privaciones del pueblo trabajador; supóngase que el país, nuestro país, se hallara en crisis, sin visos de avanzar ni tener esperanzas de nada, como dicen los falsarios, créanlo, ni aún así el gran pueblo salvadoreño, estoico y batallador, soñaría regresar al ayer…  ¿Cómo puede creerse eso siendo que con los dos gobiernos progresistas, el anterior reciente y el actual, han tenido indudables niveles de superación, principalmente de orden social y un poco también en mejorías de la economía familiar? Una sola pregunta de ejemplo: ¿cuándo la mujer salvadoreña había sido objeto de un tratamiento especial para ratificar su dignidad? Miles y miles de ellas, en los cantones y villorios del territorio nacional, sienten hoy en día no solo el orgullo de ser madres valerosas y aguerridas para defender a sus hijos, muchas de ellas solas, sino haber logrado independencia económica al formar sus propios negocios o talleres, gracias a programas de capacitación que se han establecido especialmente para ellas.

Aparte de eso, no se sienten abandonadas al enfermarse y tener que llenarse de paciencia para ir a los hospitales y ser atendidas. Ahora saben que cerca de donde viven tienen servicios integrales de salud, gracias a los maravillosos proyectos de Ciudad Mujer, establecidos en lugares estratégicos del país. Además, sus hijos van a la escuela sin preocuparse por los útiles, el calzado y el uniforme, que recibe gratuitamente del Ministerio de Educación, beneficio que este año se extiende hasta el nivel de bachillerato. ¿Puede creerse que esas madres –y demás mujeres– no establecen diferencia de lo que son estos gobiernos y lo que fueron los anteriores? ¿Podrán ellas añorar un pasado de abandono?

En el ámbito de la población más adulta, varios miles de ancianos apenas creen que reciben una dotación económica de ayuda gubernamental para su manutención. Agréguese el beneficio a la economía familiar que representan los subsidios al gas y la energía eléctrica para miles de familias.

El campesinado en general ¿querrá renunciar a seguir siendo beneficiado con el otorgamiento de tierras propias para trabajar y recibir los paquetes agropecuarios con toda clase de insumos? Vivos como son nuestros campesinos, ¿se aventurarían a querer ver el campo como antes, abandonado, lleno de rastrojos, sin pastizales para un ganado diezmado y escuálido?  También ellos sienten que no están solos; que son tomados en cuenta, que forman parte de una sociedad organizada y civilizada, y que son reconocidos como un factor vital para la supervivencia de toda la población; para mantener en pie y avanzando a su país. Ellos han descubierto que el gobierno es solidario con su sector, como han visto que lo es con los principales segmentos activos de la sociedad y la población de menores recursos. Todos ellos habían oído hablar de solidarismo, pero no sabían qué era. Ahora lo conocen y saben que lo están viviendo. Y… a la manera salvadoreña… no importada…

Otro tanto podría decirse de los miles y miles de trabajadores, empleados, amas de casa, padres de familia, que están transportándose en el sistema colectivo de buses del SITRAMSS, que ha modernizado a nuestra capital como grandes ciudades europeas, norte y suramericanas. ¿Ansiarán esos miles de compatriotas dar marcha atrás hacia un pasado reciente sombrío y triste? Cada uno tiene la respuesta, y bien clara: para atrás y hacia abajo, ¡nunca! Para adelante y hacia arriba, ¡siempre!

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