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Ruth López y Raquel Caballero

Por Leonel Herrera*

Dicen que “las comparaciones son odiosas”. Y en este caso, quizás aún más. Por eso pido perdón a Ruth López, defensora de derechos humanos presa política de la dictadura, por compararla con Raquel Caballero, la tristemente célebre titular de la PDDH reelecta por el oficialismo la semana pasada.

Hago semejante comparación porque Ruth López y Raquel Caballero representan, precisamente, dos actitudes distintas frente a las graves violaciones de derechos humanos y dos reacciones gubernamentales diferentes ante estas posturas.

Desde que el bukelismo empezó a traicionar sus promesas de transparencia y a mostrar sus garras autoritarias, Ruth se lanzó a denunciarlo desde una perspectiva inequívoca: la defensa de derechos humanos, vulnerados flagrantemente por acciones y omisiones gubernamentales. Lo hizo personalmente y desde la conducción del área anticorrupción de CRISTOSAL.

Su denuncia fue todavía más fuerte con el régimen de excepción, cuando -en el mismo “atarrayazo” contra las pandillas- fueron detenidas y encarceladas miles de personas inocentes. Los informes de Ruth y CRISTOSAL (y otras organizaciones) dieron cuenta de capturas arbitrarias, torturas y muertes en las cárceles del bukelato.

Ruth y CRISTOSAL acompañaron a familiares de víctimas inocentes y presentaron informes en instancias internacionales como la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, Naciones Unidas y el Parlamento Europeo. También denunciaron la corrupción, el desmantelamiento institucional y otras acciones nefastas como la derogación de la prohibición de la minería.

Mientras que Raquel Caballero hizo todo lo contrario: guardó silencio, ignoró a las víctimas y negó las violaciones de derechos humanos. Convirtió a la PDDH en una instancia ciega, sorda y muda frente a los abusos cometidos contra personas inocentes en el régimen de excepción y demás violaciones de derechos humanos en otros ámbitos.

Por ejemplo: Caballero no dijo una palabra sobre el despido de miles de empleados públicos, el desalojo de comerciantes informales en el centro de San Salvador, el despojo de tierras comunitarias y los casos de persecución política. Ni siquiera reclamó por la reactivación de la minería, aun cuando la PDDH fue una de las instancias que impulsaron la prohibición.

Respecto a violaciones de derechos humanos en el régimen de excepción, Caballero no respondió a las denuncias de MOVIR, Socorro Jurídico Humanitario y otras organizaciones. La flamante procuradora se caracterizó también por ocultar información y actuar con nepotismo.

Caballero llegó al extremo de comportarse como activista del gobierno. En septiembre organizó una “Cumbre Global de Derechos Humanos”, cuyo objetivo propagandístico era “lavar la cara” al bukelato y reducir su imagen internacional de violador de derechos humanos.

Por denunciar violaciones de derechos humanos y defender a víctimas, Ruth López fue detenida en forma arbitraria en mayo de este año. Los policías que la capturaron a media noche en su vivienda le mencionaron un “accidente de tránsito”, pero al salir le leyeron una orden por “peculado”. Ya en la audiencia inicial la Fiscalía la acusó de “lavado de dinero”.

Ruth lleva más de cinco meses en Izalco, la cárcel más mortífera donde -según los mismos informes de Ruth y CRISTOSAL- sucede la mayoría de muertes en los centros penales. En este tiempo no ha visto a sus familiares y ni siquiera sus abogados defensores.

Hace tres semanas, la CIDH ordenó como medidas cautelares que permitan a Ruth (y al también preso político Enrique Anaya) ver a su familia y abogados y que se revisen medidas sustitutivas a la detención. La dictadura, cruel y sádica, no ha cumplido dichas medidas.

Mientras Ruth López es castigada duramente por defender derechos humanos, Caballero es premiada con la reelección por su silencio cómplice frente a graves violaciones. Mientras Ruth sufre quién sabe qué vejaciones en la prisión, Caballero goza los beneficios pasajeros de traicionar su función y someterse al gobierno de turno.

Al final, la historia, en su juicio inapelable, también consignará de manera distinta a ambas mujeres. Ruth López será dignificada por su valentía y compromiso con los derechos humanos; mientras Raquel Caballero será recordada como cómplice de graves violaciones a derechos humanos. La procuradora, además, tarde o temprano tendrá que rendir cuentas ante la justicia por omisión, incumplimiento de deberes y otros delitos. Ella y muchos otros funcionarios actuales.

*Periodista y activista social.

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