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Reflexiones sobre el conocimiento y la realidad histórica (II)

Luis Armando González

III

Y en la reflexión sobre la historia es crucial prestar atención a la cultura. En primer lugar, como se ha visto, el conocimiento (filosófico, científico, literario) es una construcción humana y social que requiere de determinadas condiciones históricas para florecer y desarrollarse. Es una construcción realizada por seres humanos (filósofos, científicos, estetas, literatos) que tiene como referencia, directa o indirectamente la realidad que está más allá de la subjetividad de quienes construyen el conocimiento. En el caso del conocimiento científico, es la realidad no subjetiva (no creada subjetivamente) la que sirve de orientación para ponderar cuánto y hasta dónde se conoce. O sea, el conocimiento científico no es una creación libre y sin control en la mente de los científicos, sino que requiere, además de creatividad, mecanismos de control y contrastación con la realidad (Sokal y Bricmont, 1999).

En segundo lugar, el conocimiento humano, pues, adquiere una enorme especialización en el conocimiento científico.  En el presente este tipo de conocimiento se concreta en y ejerce a través las distintas ciencias y sus disciplinas; se tiene dos grandes campos científicos: las ciencias sociales y las ciencias naturales (Rodríguez Ríos, 2022). Mientras que las primeras explican problemas, fenómenos, hechos y sucesos propios de la realidad natural-humana-social e histórica, las segundas se ocupan de la naturaleza, en su diversidad y complejidad.

Las ciencias naturales, por tanto, se encargan de explicar problemas, hechos, procesos, fenómenos y dinámicas de la realidad natural. Y como el ser humano (la especie Homo sapiens) tiene una base natural en todo lo que hace (cuando piensa, trabaja, respira y se mueve) hay disciplinas de las ciencias naturales (como la fisiología, la neuroanatomía y la paleontología, entre otras) que aportan sus conocimientos a ciencias sociales como la psicología, la sociología y la antropología.

En tercer lugar, una de las características distintivas de los seres humanos es el lenguaje, hablado y escrito, y todos lo que se puede crear con el mismo. A ello se suman capacidades artísticas, pictóricas y musicales, no ajenas a la capacidad-necesidad de comunicar que es propia de la especie Homo sapiens. El conjunto de estas creaciones “simbólicas”, cuyo tejido se sostiene en el lenguaje, recibe el nombre de cultura.

Normas, valores, símbolos y creencias se insertan en una “visión de mundo” que, al ser compartida por los miembros de un grupo, les dota de un sentido de pertenencia, de un sentido de identidad que favorece al grupo y a cada individuo. Como dice González:

“El sentido de pertenencia –a una patria, a una nación, a un país o a una comunidad— hace parte de la identidad, la cual se fragua a partir de referentes simbólico-culturales que son los que integran al individuo a la sociedad. Dicho de manera más técnica, ‘la integración supone el funcionamiento más o menos armónico y equilibrado de las distintas partes de una estructura sociocultural, se trata de la sociedad global o de un grupo cualquiera. Dicha integración viene dada primordialmente por el hecho de compartir un marco de referencia normativo-axiológico que prescribe, al menos globalmente, las acciones sociales. Y es precisamente ese marco de referencia normativo-axiológico el que alimenta el sentido de pertenencia de los miembros de una sociedad. Desde una perspectiva opuesta, cuando ese sentido de pertenencia se erosiona –en virtud de un deterioro de los referentes de identidad (simbólico-culturales), se está a las puertas de un proceso de desintegración social que tendría a la base graves fallas en la integración cultural” (González, 2011).

En cuarto lugar, el mundo de la cultura se ha convertido en objeto de conocimiento para varias disciplinas científico sociales, como la antropología, la sociología de la cultura, la sociología de la religión, la psicología cognitiva, la sociobiología, la lingüística y la historia; lo mismo que la filosofía, en campos como la filosofía de la religión, la filosofía moral (Ética) y la filosofía del lenguaje, ha dedicado esfuerzos al estudio de la cultura. Y esas disciplinas científicas y filosóficas se han integrado, enriqueciendo, el universo de la cultura. Por eso, no es extraño escuchar expresiones como “cultura científica”, “cultura filosófica”, “cultura ética” o “cultura estética” (Rodríguez Córdova, 2015; Vallecillo Márquez, 2004).

En fin, el conocimiento científico y filosófico –para insistir en dos tipos de conocimiento especializado— se han ocupado y se ocupan del ser humano, el conocimiento humano y la naturaleza (humana y no humana) con el objetivo de conocer esos ámbitos de la realidad y sus relaciones mutuas.  La cultura hace parte de la realidad humano-social-histórica, y como tal es tema de reflexión filosófica y científica. A su vez, las elaboraciones filosóficas y científicas (sobre la cultura, la vida humana y la naturaleza) se integran a la cultura de una sociedad (y a la cultura mundial en estos tiempos globalizados), haciéndola más rica y diversa, en definitiva, más humana.

IV

De tal suerte que una de las grandes conquistas del conocimiento humano consiste en haber convertido la realidad histórica en objeto de conocimiento. Desde que este esfuerzo se inició, en la antigüedad griega, ha sido indetenible hasta el presente. Y seguramente continuará en el futuro, por lo menos mientras haya seres humanos creando realidad histórica y mientras haya seres humanos que se dediquen a pensar sobre ella. Asimismo, no puede negarse que existen tres grandes bloques temáticos en los que se centra el conocimiento humano desde siempre: la realidad histórica, la realidad natural y, también, el conocimiento. Es interesante meditar sobre cómo el conocimiento humano, además de posarse sobre la historia construida por los seres humanos y sobre la naturaleza, también se posa sobre sí mismo, es decir, el conocimiento se convierte en objeto de sí mismo. Esto es justamente lo que hace la filosofía del conocimiento o epistemología: se esfuerza por conocer el conocimiento (en especial el científico), sus límites, condiciones y alcances (González, 2001).

Pero, como se acaba de anotar, el conocimiento humano también se centra en la realidad histórica (esto es, en el conjunto de creaciones e invenciones políticas, económicas, sociales, institucionales, jurídicas, religiosas, artísticas, científicas y filosóficas que los seres humanos han realizado desde tiempos remotos) y en la realidad natural (esto es, en los ciclos del día y la noche, el curso de los mares y los ríos, las estaciones, el nacimiento de los animales y las plantas, etc.).

¿Cuánto tiempo hacia atrás? Para comenzar, se tiene que señalar que estudios recientes datan los orígenes evolutivos de la especie Homo sapiens (la especie a la que pertenecen todos los seres humanos actuales) hace 250 mil años (Bermúdez de Castro, 2021). En lo fundamental, las capacidades mentales y corporales –sostenidas por una estructura genética compartida—de aquellos ancestros Homo sapiens son las mismas en sus descendientes actuales, aunque como hace notar Nicholas Wade, en su libro Una herencia incómoda: genes, raza e historia humana, hay variaciones genéticas indiscutibles en la especie Homo sapiens que dejan evidencia de la influencia de las fuerzas evolutivas en su largo recorrido prehistórico e histórico (Wade, 2015).

Si la especie Homo sapiens tiene unos 250 mil años de haber emergido en África, hace unos 100 mil años que miembros suyos dejaron ese continente y se expandieron fuera de África. Hace unos 50 mil años llegaron a Europa, y hace unos 15 mil años cruzaron desde Asia hasta América. Antes habían poblado Australia (González, 2020). Hace 10 mil años poblaciones humanas que habitaban el creciente fértil inventaron la agricultura y la domesticación de animales hace unos 15-10 mil años, dando inicio a la “revolución neolítica” (Sáenz, 2016). De 10 mil años hacia el presente las evidencias culturales, económicas, arquitectónicas e intelectuales han sido más fáciles de rastrear e investigar; y en especial a partir de la invención de la escritura, hace unos 4-3 mil años. En aquellos tiempos remotos se fraguaron primeros pasos del Homo sapiens… esos que lo han traído hasta el siglo XXI. Ha construido historia y conocimientos. También mitos e ilusiones; dioses y demonios. Religiones, arte, ciencia y tecnología.

San Salvador, 5 de julio de 2022

Referencias bibliográficas

Bermúdez de Castro, J. M. (2021). Dioses y mendigos. Barcelona: Crítica.

Cabrera Infante, G. (25 de Noviembre de 1991). ¿Qué cosa es la historia, pues? Obtenido de elpais.com/diariohttps://elpais.com/diario/1991/11/26/opinion/691110011_850215.html

Ellacuría, I. (1981). El objeto de la filosofía. ECA, 963-980.

González, L. A. (2001). Epistemología y racionalismo crítico. (Los griegos y Karl Popper). Recuperado el 23 de 04 de 2022, de UCA: http://www.uca.edu.sv/publica/realidad/r81epi.htm

González, L. A. (9 de Diciembre de 2020). La comprensión científica del ser humano y sus implicaciones en la educación. Recuperado el 23 de 04 de 2022, de Sarraute Educación: https://sarrauteducacion.com/2020/12/09/la-comprension-cientifica-del-ser-humano-y-sus-implicaciones-en-la-educacion/

González, L. A. (2006). Ignacio Ellacuría: sus ideas filsóficas y políticas. ECA, 1249-1255.

González, L. A. (2014). Educación, conocimiento y emancipación. San Salvador: IEPROES.

González, L. A. (21 de Septiembre de 2020). Actualidad de la Roma antigua. Obtenido de www.alainet.orghttps://www.alainet.org/es/articulo/208979?language=es

González, L. A. (Febrero de 2011). Sociedad, justicia, violencia. Obtenido de rd.udb.edu.: http://rd.udb.edu.sv:8080/jspui/bitstream/11715/816/1/1.%20Sociedad,%20justicia%20y%20violencia.pdf

Rodríguez Córdova, M. d. (Enero-Junio de 2015). Culturas organizacionales éticas. Obtenido de vip.ucaldas.eduhttp://vip.ucaldas.edu.co/virajes/downloads/Virajes17(1)_6.pdf

Sáenz, C. (15 de Julio de 2016). La agricultura se inventó en varias poblaciones a la vez durante el Neolítico. Recuperado el 23 de 04 de 2022, de La Vanguardia: https://www.lavanguardia.com/ciencia/planeta-tierra/20160715/403176420131/origen-agricultura-varias-poblaciones-creciente-fertil-neolitico.html

Sokal, A., & Bricmont, J. (1999). Imposturas intelectuales. Barcelona: Paidós.

Wade, N. (2015). Una herencia incómoda: genes, raza e historia humana. Barcelona: Ariel.

 

Vallecillo Márquez, G. (2004). La cultura estética de la sociedad civil pactada en el arte. Obtenido de www.redalyc.orghttps://www.redalyc.org/pdf/384/38401709.pdf

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