Víctor Manuel Valle Monterrosa
Han pasado 63 años desde que el teniente coronel Julio Rivera, “Julión”, tomó posesión como presidente, después de haber sido candidato único y cuando en la Asamblea Legislativa había diputados de un solo partido, el Partido de Conciliación Nacional, “la Pacona”, aparato político de turno para el régimen socioeconómico imperante.
La toma de posesión fue en el Gimnasio Nacional de la Colonia Flor Blanca y tuvo los rasgos de todas esas pretendidas solemnidades. En esos momentos una manifestación ruidosa y agresiva del FUAR (Frente Unitario de Acción Revolucionaria) una incipiente organización cuasi político-militar llegó hasta la sede de la Embajada de Estados Unidos (Calle Arce y 17 Avenida de San Salvador) a lanzar contra la fachada botellas de vidrio llenas de pintura roja y verde, los colores de la entonces buscada revolución que nunca ha llegado a
El Salvador.
Gobernaba en Estados Unidos John Kennedy, quien había invadido Cuba y fracasado, se hervía a fuego lento la crisis de los misiles atómicos que tuvo al mundo al borde de una guerra nuclear en 1962 y se desplegaba la Alianza para el Progreso, programa de ayuda económica y técnica a los países menos desarrollados, para evitar otras Cubas.
El militar Rivera se cuadró como un presidente de la Alianza para el Progreso. Había que introducir reformas en El Salvador y Rivera se aprestó a eso hasta el punto que manejo bien los conflictos, creó reparticiones de la administración pública nuevas en concordancia con la Alianza para el Progreso, introdujo la representación proporcional en la Asamblea, emitió la ley de universidades privadas para dar campo a la fundación de la UCA en 1965, manejó bien el desenlace de huelgas sindicales combativas (e.g. Acero S.A., 1967) y se mantuvo firme en no intervenir la UES como era el pedido de las derechas del país. Pero en su tiempo se creó la Organización Democrática y Nacionalista (ORDEN) aparato paramilitar control político represivo.
A la par de la morigeración de Rivera, la izquierda encabezada por el Partido Comunista ponía en pausa indefinida la lucha armada para acceder al poder político y, en concordancia con la tesis de la coexistencia pacífica de la URSS, el FUAR se evaporó y la izquierda desplegó una lucha parlamentaria para buscar escalonadamente el poder político vía Asambleas, Municipalidades y al final los tres órganos del Estado. Para eso, participó en las elecciones presidenciales de 1967 con Fabio Castillo Figueroa como candidato unánime de la izquierda quien llevó a cabo una campaña de educación y concienciación política. Pero ganó el candidato militar coronel Sánchez Hernández
El primero de julio de 1962 marcó entonces un punto de quiebre con dos nuevos comienzos: el régimen suavizó su dureza política y la izquierda priorizó la lucha parlamentaria para llegar el poder. Sin embargo, el fin del gobierno de Rivera en 1967 y comienzo del coronel Sánchez Hernández como presidente coincidió con el agotamiento de esos dos comienzos: la protesta social y la consiguiente represión escalaban y se fraguaba la aventura bélica contra Honduras para 1969. Y eso es la historia de otro parte aguas que merece otro tratamiento. Mientras tanto el desarrollo humano pleno del país sigue como un anhelo supremo y para los propulsores del cambio social la lucha continúa.
Debe estar conectado para enviar un comentario.