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Poesía de Ricardo Lindo

UMBRAL DE LA NOCHE

El escritor Mauricio Vallejo Márquez, me pidió recuperar algunos poemas de nuestro querido Ricardo Lindo. Busqué los antiguos y próximos libros del poeta, y de algunos, casi al azar, he seleccionado éstos.  Y como en un acto de magia, regresaron todos los momentos –felices e intensos- en que el poeta nos leyó de viva y primera voz, estas ya memorables páginas. 

El universo temático de Ricardo está aquí, brevemente concentrado: el tiempo, la nostalgia, el aire, la sangre, el oro de la fugaz dicha, y la noche oscura del alma. Ricardo como todo poeta verdadero fue siempre un niño. Un niño dulce y portentoso;  azul y de inmenso asombro. Bendito sea Dios, por el regalo de su palabra.

ÁLVARO DARÍO LARA

 

 

LOS ABUELOS JUDÍOS

El vino de mi sangre guarda un caudal de judíos españoles

que echaron los Reyes Católicos hace ya cinco siglos,

y se fueron a Holanda, donde quizás,

en pequeños cuartos oscuros,

tallaron diamantes tras gruesas lupas misteriosas,

y traficaron con ellos por los caminos de Europa.

Así adquirieron la llave de los mares,

y llegaron a las islas del Caribe

que tienen palmeras por anclas,

y bajo el sol inmenso del trópico

instalaron un candelabro de siete brazos que venía en sus baúles.

Hay entre mis antepasados rabinos de negras barbas rizadas,

y lentas madres sumisas que leían la Biblia a la luz de las velas,

y jamás hablaron bien el español.

Vieron abrirse el canal de Panamá,

y en una noche oscura vinieron por aquí los abuelos,

y el mapa de sus manos tenía todos los horizontes.

Así vieron sus almas de errantes el puerto de La Unión,

mientras se balanceaban los barquitos de pescadores,

y conocieron el sabor de las pupusas y el chiloso curtido,

y visitaron la lluvia del platanar,

y tomaron café bajo un techo de lámina,

pero no se asombraron, como los salvadoreños, del ferrocarril,

porque ellos ya lo conocían.

A lomo de mula vinieron, y al lomo de barco,

y conservaron siempre el viejo candelabro,

y aquí hicieron su vida.

Cuando ellos fallecieron fueron aquí enterrados,

dieron flores sus cuerpos,

fueron semilla ajena sembrada en tierra nuestra

en el pequeño huerto del cementerio azul.

Yo no tengo un candelabro de siete brazos

ni conozco oraciones en hebreo o en yidish,

pero tengo sus fotos en un gran libro

que ni siquiera está estampado en cuero.

(Tomado de “Oro, pan y ceniza”, 2001).

 

EL ESTANQUE Y LA NUBE

Si yo fuera hacia Ti

ya para siempre quieto de mí, Dios mío,

nube de lluvia y aire entre tus nubes navegantes

en el gran viento gris. Si fuera al aire tuyo,

hecho de plata delicada y translúcida,

muerto de mí, vivo en el aire vivo de tu mirada,

alzado al fin en tu mirada azul

derramada en el aire de la tarde,

despojado del peso de la edad

y del cuerpo de arcilla que me sirve en la tierra,

reflejándote a Ti,

como refleja el estanque quieto las nubes,

y viajero de Ti que va hacia Ti,

y ha adquirido el don de olvidar…

(Tomado de: “El Señor de la Casa del Tiempo”, 1988)

 

VI

RECUERDO DE BRUJAS DE FLANDES

Y de las frágiles olas heladas del otoño

a cuya orilla bebíamos vino,

que te diré, qué nos dirán.

Golpeaban nuestra suerte como dados,

y hacían crecer manzanas y canciones.

Después se iban huyendo al horizonte,

y dejaban las ciudades marchitas que visita la luna,

y bajo los sombreros de sus habitantes congelados

una memoria de navíos.

Ya no vendrá la seda del Oriente,

ni irán los barcos a las Islas de las Especierías,

y de lo alto de las torres,

por mucho que se empinen los vigías,

ya no se verá el mar.

Los canales reflejan cosas de los cielos.

Dicen que esta noche murió Hans Memling,

pintor que pintaba como pintan los ángeles.

(Tomado de: “Las monedas bajo la lluvia”, 1985).

 

TEJIDOS

Leche de tus preguntas,

rosas de oro,

silencio de las aguas crepusculares.

Hasta los tobillos del sueño

las tejedoras tejen una nueva alabanza,

magia de los colores derramándose sobre el tejido,

mientras asciende el humo de la hoguera.

Humo,

hijo de los aromas,

trazando suaves curvas en la casa del aire.

(Tomado de: “Jardines”, 1981).

 

PREGUNTAS AL 

PADRE MUERTO

Hombre del mar azul,

descansa en paz.

Tus palabras quedaron impresas en los libros

pero las manos que las escribieron

yacen sin carne entre el polvo y lo oscuro.

Las palabras

suenan como paladas de tierra en el sarcófago de los

recuerdos.

Ya no eres nadie,

polvo gris,

materia reintegrada a la materia de la tierra

donde cae la lluvia gris del aire.

Ahora habitas el aire,

ves de lejos

lo que amaste y no amaste.

Hubo mucha amargura entre nosotros,

pero ya pasa el tiempo,

viejo herido

que muchas veces no entendí.

Yaces como una herida al fondo del alma triste.

Las rubias horas laten en el aire.

Ya estás lejos del ruido.

Pasa el viento

arrastrando

hojas secas y polvo,

y algo de tu enseñanza quedó en mí a pesar mío,

un amor de los libros

una mirada

que vuelve hacia el pasado y lo lejano,

algo en la lluvia que me pertenece.

¿No  oyes desde el fondo de la tumba

el corazón de la campana que mueve el aire azul del

horizonte?

Estás lejos del ruido,

ya lo sé,

pero ¿no oyes

la campana de aquellos que viven en la tierra

y elevan penosamente su mirada al cielo azul?

(Tomado de. “Bello amigo, atardece”,2009)

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