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Poesía de Eduard Herrera

Umbral de mí soledad 

Ella vino y se fue

Entró y desarmó todo

Ilusionó mis anhelos con sus promesas de seda

Inundó mi garganta con nudos corredizos

Vino y se fue

Se fue, simplemente sin castigo ni venganza, sin despedidas ni promesas

Argentina vino a mí en el umbral de mí soledad

Y se fue.

 

Noctambulo

La noche se posa en la ventana

Soy el maquinista del ensueño

En el reloj faltan horas

Y he escrito mil poemas sin poner una letra

Mi cama frio sepulcro de soledad

A mí alrededor, las paredes se aburren de ser contempladas

Techo en el que las telarañas fabrican rostros

Afuera, los perros anuncian las discusiones de los borrachos

Cuántas veces deseé, caminar descalzo por las calles

En las noches gobierna el silencio, solo yo y mis pensamientos

De sístole y diástole sin sentido

Enjambres de abejas chocando entre sí

Hasta que la noche agoniza, y me decido a pernoctar.

 

Héroe del barro

Entre las burbujas del barro el héroe emerge

Escuchen bien, escuchen en lo alto

Este es el himno de todos los héroes del barro

Vencidos, explotados, pisoteados

Parias de la sociedad

Lo dan todo en cada batalla

Creen en el amor, y esos mitos

Son toscos, torpes a la hora de la conquista

Pero nada puede sorprender a un héroe del barro

Todo lo ha visto

Todo lo ha vivido

La vida los ha usado de chivos expiatorios

Nada parece dolerles

Si caen, se levantan de inmediato

Sus almas rebosan de cicatrices

Pero véanlos bien, ellos emergen del barro

Una y otra vez

Una y otra vez

Una y otra vez.

 

Bailarinas

En el basto y silencioso mar de mi alcoba

Admirando la noche tan purpura

Mis ojos no se cierran

Pero al igual sueño con todas y cada una de ellas

En sus llegadas y despedidas

Aderezando la esperanza con el “quizás”

De haber seguido con ellas

Con pláticas en cafés

De tardes inagotables en algún motel

Y graciosas como lirios bailan al viento

Luceros transitorios

Humo de colores, todas tan brillantes

Todas tan inalcanzables

La soledad tan oscura y las bailarinas tan brillantes.

 

Raíz

Soy de un lugar

Construido sobre la basura de la sociedad

Entre el desperdicio humano

Junto a los esclavos;

Las prostitutas, los delincuentes

Es increíble imaginar

Que soy un producto de guerreros muertos

Que dieron sus vidas por ninguna causa

Un taciturno más de las noches de farra

Un héroe de barro

Un perro de la calle

Una miga en la nada

De ahí soy

Mis huesos, mi alma

Mi corazón

Mis ideas románticas fueron concebidas en una mesa, de tablas torpemente clavadas

Mis noches de amor las pase bajo las alas de murciélago, de alcohólicas damas

De ahí soy

Y ahí construí mis raíces.

 

Horizonte

Bajo las alas extendidas de las gaviotas

Sueño con el cielo

El viento acaricia mi alma

La música comienza su sonata

Mis labios dibujan quimeras en las nubes

El sol me baña con sus rayos amarillos

Cortina de seda dorada, cobija al cielo

La arena graba mis huellas;

Tatuándolas en su historia

Mostrando el camino que dejó hacía el horizonte

Veo la ciudad a la lejanía

Compuesta con ruinas y colores;

Matices e ideas

Sangre, espíritu, esfuerzos y recompensas

El sol se pierde en el mar

Al anochecer la ciudad despierta

Los vivos duermen, los muertos gobiernan

Aderezan los edificios las calles, y callejuelas

Con bullicios, cigarros y orquestas

Reflejadas como prisma a la lejanía

En el brillante manto de luces incandescentes

Con edificios antiguos, de cultura soberana

Contiguo a tiendas que musitan y venden parafernalia

Con cafés para intelectuales, tiendas para mediocres

Y poco a poco el horizonte se va difuminando hacia nada más

Y me quedé observando desde la esquina de mi mundo,  hacia el más allá.

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