Iván Escobar
Colaborador
Representante de Pueblos Originarios de El Salvador y Guatemala celebraron el sábado 21 de septiembre el Equinoccio de Otoño, con una ceremonia ancestral en la isla de Xilopan, ubicada en el Lago de Xilopango (Ilopango), al oriente de la capital salvadoreña.
Representantes de poblaciones nahua pipiles, Lencas, así como sacerdotes y guías espirituales Mayas, celebraron el encuentro en armonia y motivados de estar en el altar que hace un año fue consagrado por la comunidad indígena.
El Tata Albino Cubir Quexel y el Tata Jonathan, autoridad ancestral de Chuarrancho, condujeron la ceremonia que reunió a representantes de poblaciones del occidente, centro y oriente del ahora territorio de El Salvador, así como representantes de otras organizaciones amigas.
El altar Xilopan fue consagrado en septiembre de 2023, como esfuerzo de la Asociación de Consejos de Pueblos Originarios de Cuzcatan (Acopoc), su representación en el Consejo de Xilopango (Ilopango), así como otras organizaciones que velan por los derechos de los pueblos originarios y la necesidad de visibilizarlos territorios ancestrales de nuestros pueblos.
El Tata Albino destacó que nuestros pueblos no tienen barreras ni fronteras “porque somos una sola nación”, y los grandes cuatro pueblos de la región estamos aquí representados” afirmó, en referencia a los Mayas, Xinca, Garífunas y Mestizos.
También destacó que este nuevo ciclo, donde la madre naturaleza nos da paso a la estación del otoño, es cuando el día y la noche son iguales, “es la dualidad, la igualdad”, que ya nuestras abuelas y abuelos estudiaron y establecieron con orientación de la gran creación. Por ello, ante sagrado altar fueron invocandos los grandes elementos: fuego, tierra, aire y agua, los cuales “son parte de nosotros, y de nuestro caminar, muchos creen que por eso nosotros somos politeistas, que adorqmos muchos diosos, nosotros creemos en el gran espíritu”, aclaró.
Al tiempo que cada uno de los asistentes expresó su agradecimiento al Corazón del Cielo y al Corazón de la Tierra, por permitir el intercambio en el cual en colectivo se aprende y comparte la herencia ancestral.
La ceremonia es un espacio desde la cosmovisión indígena para dar gracias a la madre tierra por los frutos, por la semilla, por la cosecha, y un encuentro entre las comunidades para compartir sus experiencias.
En cada ceremonia de Solsticios, ya sea de invierno o verano, o Equinoccios de primavera o de otoño, como esta ocasión se entra en nuevo ciclo de oportunidades de vida y responsabilidades, y se cierran pasados momentos.