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NUEVA ERA INTRÉPIDA

Análisis del futuro en la Tierra de los editores de la Revista El Rosacruz de noviembre de 1966 Tétrica visión del final del Sol

Todos hemos escuchado a alguien citar, viagra alguna vez, sales algo relativo a que “cambiar es vivir”. Mucha gente no puede dejar de preguntarse si los cambios que, como resultado, ha traído la civilización, pueden ser llamados correctamente “vivir”.

El cambio es una facultad innata de la Naturaleza, y esto se refleja en todas partes –especialmente en las cosas vivientes. Ningún organismo puede estar estático. Las pocas excepciones muestran que la alternativa al cambio es estagnación o extinción.  En el caso de las hormigas, tenemos un buen ejemplo de lo que puede traer consigo una detención en el cambio o evolución. Las hormigas han sido esencialmente las mismas desde la Era Paleozoica; se han ajustado tan perfectamente a sus alrededores que algunos hombres de ciencia declaran que serán, probablemente, las últimas criaturas vivientes que quedarán en este planeta, debido a que cambiamos el desarrollo por la supervivencia. Esto evoca visiones de algún futuro imaginario, increíblemente distante, cuando el Sol no sea nada más que una ceniza roja flotando en un cielo negro, y la Tierra un planeta tan estéril como ahora es Marte, con sus mares evaporados. En esa época, lo único que se moverá sobre  la seca superficie de lo que fueran los antiguos fondos de los mares, serán largas columnas de hormigas luchando aún por comida a través del arenoso esqueleto de nuestro planeta. Esto podría continuar si hasta que el Sol, viejo y agotado, se desmorone sobre sí mismo y se vuelva nova, tragando, en un solo estallido titánico de energía bruta, lo que quede del sistema solar.

Evolución hacia atrás…

Por el momento, el hombre es la forma de vida dominante en este planeta. Con él tenemos un nuevo giro añadido a la evolución: hasta ahora la evolución había requerido al organismo que se adaptase a sus alrededores, pero el organismo que conocemos como hombre adapta los alrededores a su satisfacción. Pese a que la evolución para el hombre, como especie, de ningún modo ha terminado, se han introducido nuevos factores.  Uno de ellos, en particular, está preocupando a ciertos sabios: la evolución hacia atrás.

Es conocimiento común que existen ciertos males que son hereditarios, que pasan de una generación a otra. Algunos de las más conocidos son la hemofilia, la diabetes y algunas formas de atraso mental. No hace muchos años, las personas que padecían estas condiciones difícilmente sobrevivían hasta la edad en que podían reproducirse y pasar estas características a otra generación, y se creía posible que al correr del tiempo esas condiciones se inclinarían a desaparecer. Ahora, con los nuevos avances en medicina, especialmente durante estos últimos veinticinco o cincuenta años, numerosas personas, más y más afectadas por estos tipos de desórdenes, pueden esperar una vida larga y productiva. Maravilloso como es esto, también es  como una especie de  espada de dos filos, según dicen algunos biólogos especializados en eugenesia, pues esos desórdenes están siendo introducidos nuevamente a la especie humana en cantidades siempre en aumento. Es concebible que la Humanidad –razonan algunos—podría debilitarse hasta un punto en el que no podría seguir más adelante con la civilización.

Hay, sin embargo, un horizonte más optimista a la vista. La ciencia está ahora empezando a desenredar el código genético (que culmino con el genoma), es decir, el mecanismo de la herencia y de la forma como funciona. Todas estas investigaciones están llevando a una época en que el hombre, y no la Naturaleza, determinará qué camino seguirá la evolución. El mundo se está acercando rápidamente al momento en que problemas como el retraso mental hereditario y todos los otros azotes genéticos habrán sido eliminados del plasma germinativo de la especie humana, para tornarse en algo que sólo podrá  leerse en los libros de historia.

Los cambios están ocurriendo más rápidamente y extendiéndose más, y el hombre se está preparando para contender mejor con nuestra Nueva Era Intrépida. (AEB)

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