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NORMAN QUIJANO NEGOCIÓ CON LAS PANDILLAS. PERO BUKELE NEGOCIÓ Y PACTÓ CON ELLAS

Por David Alfaro
30/05/2025

Negociar es discutir para llegar a un acuerdo. Pactar es cerrar un acuerdo ya consensuado. En resumen: negociar es el proceso, pactar es el resultado.

La ironía de la justicia selectiva: el caso de Norman Quijano y la sombra de Bukele.

En El Salvador, la historia parece escrita con tinta de ironía. Norman Quijano, exalcalde de San Salvador y excandidato presidencial, muy probablemente será juzgado por haber negociado con pandillas durante su campaña electoral. Sin embargo, quienes lo acusan, encabezados por el dictador Nayib Bukele y su aparato judicial, no están libres de señalamientos similares, sino que están manchados por acuerdos aún más o…
[4:24 p. m., 29/5/2025] David Alfaro: –Negociar es discutir para llegar a un acuerdo. Pactar es cerrar un acuerdo ya consensuado. En resumen: negociar es el proceso, pactar es el resultado. La gran ironía es que en El Salvador, quien negoció sin éxito con las pandillas, será perseguido, mientras quien pactó, ordenó desapariciones y liberó criminales, consolida su poder bajo el aplauso de una parte de la población y el silencio de la oligarquía.–

En El Salvador, la historia parece escrita con tinta de ironía. Norman Quijano, exalcalde de San Salvador y excandidato presidencial, fue juzgado por haber negociado con pandillas durante su campaña electoral. Sin embargo, quienes lo acusaron y condenaron, encabezados por el dictador Nayib Bukele y su aparato judicial, no están libres de señalamientos…
o se volvió más difícil de rastrear.

Más aún, el gobierno de Bukele liberó a líderes históricos de la MS-13 y Barrio 18, facilitando su huida del país, mientras que el aparato de seguridad simulaba una guerra contra las pandillas que, en sus primeros años, no era tal.

Ahora, con una justicia sometida al poder ejecutivo y con el aparato estatal convertido en una herramienta política, la deportación y el encarcelamiento de Quijano se presenta como una pantomima: no se castiga el crimen, sino al enemigo político.

La gran ironía es que en El Salvador, quien negoció sin éxito con las pandillas, será encarcelado, mientras quien pactó, ordenó desapariciones y liberó criminales, consolida su poder bajo el aplauso de una parte de la población y el silencio de la oligarquía.

¿Será justicia o será venganza? En tiempos de dictadura, la línea es cada vez más delgada.

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