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Napoleón no admite nada extrahumano

CaralváCaralvá
fundador
Suplemento Tres mil

La realidad nos impone condiciones difíciles a diario, and there es el mundo, la materialidad, la contingencia capitalista, la sociedad y sus leyes terriblemente favorables al poder, somos a pesar de todo una sociedad en movimiento, aún no sabemos si este trayecto es ascendente, descendente, horizontal o transversal, pero hacia algún lado nos movemos después de los acuerdos de paz de 1992. Los mandatos terrestres (logos europeos)  de Friedrich Nietzsche: “Has de ser siempre el primero y aventajar a los demás. Tu alma celosa no debe amar a nadie más que a tu amigo. Estos mandamientos estremecían el alma de los griegos y con ellos recorrieron el camino de su grandeza. Has de decir la verdad y saber manejar bien el arco y la flecha. Estos preceptos les resultaban gratos y difíciles al pueblo del que proviene mi nombre (Pueblo Persa). Honra a tu padre y a tu madre, y sométete enteramente a ellos. Ésta fue la tabla de superación que se impuso otro pueblo, y de este modo llegó a ser poderoso y eterno (Pueblo judío). Se leal y sacrifica por la lealtad el honor y la vida en aras incluso de causas malas y peligrosas”. Con esta enseñanza se dominó otro pueblo y al dominarse así se colmó de grandes esperanzas” (pueblo alemán). Han sido los hombres y nadie más que los hombres, los que han determinado qué es bueno y qué es malo.”…  –Así habló Zaratustra- estas reflexiones fragmentarias nos remiten a nuestros mandatos salvadoreños,  que para nosotros tienen una vigencia histórica en nuestra nación: “No desmaya en su innata bravura, en cada hombre hay un héroe inmortal, que sabrá mantenerse a la altura, de su antiguo valor proverbial” – Estrofa de nuestro himno nacional-. Si Nietzsche pretendía un estado extrahumano o sobrehumano, nuestro objetivo es nuestro estado terrestre, la condición de “lo que hay”, nuestro Ser Histórico en esta sociedad latinoamericana, o como refiere Jan Pato?ka en su libro: Libertad y Sacrificio “La humanidad, sin embargo, no es un estar aquí, como en el caso del ser perro o el gato. En el Ser de la humanidad se encuentra la historicidad. De esa forma al asumir nuestra realidad comprendemos el horizonte histórico, con ello obtenemos un poco de luz en medio de tanta oscuridad. Un ejemplo de afirmación humana o comprensión de la condición del hombre y sus acciones históricas es Napoleón Bonaparte, “No admite nada extrahumano ni nada que no sea él mismo. Él mismo le da sentido a todo. Su influencia en la mentalidad y en el pensamiento, no sólo francés, sino también, en particular, alemán, es imposible ponderar. Tenemos el ejemplo de Hegel, pero también el pseudo-individualismo continental de Nietzsche está fuertemente influido por Napoleón.” (J.P. La Supercivilización)… Asumir nuestra realidad individual y humana, nos proporciona responsabilidad a cada momento,  es un momento feliz, nos alienta a defender nuestra nación y su vigencia histórica.

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